Como se trata de ganar y no de convencer, al candidato morenista Andrés Manuel López Obrador le estalló una bomba política antes de tiempo, y ni modo de culpar a la mafia del poder: el choque entre los radicales populistas y los neomorenistas neoliberales atraídos por cargos públicos y ahora con los extremistas socialistas chomskianos.
Luego de descafeinar posiciones, justificaciones y aspiraciones, lo que queda al final como la esencia de la propuesta de López Obrador es el modelo estatista-populista que ha animado al tabasqueño desde que se separó del PRI en 1988 y que está definido de manera reiterada en sus libros de propuestas de gobierno.
El choque del escritor Paco Ignacio Taibo II contra el empresario salinista-lopezobradorista Alfonso Romo –representante de empresarios morenistas– a propósito de qué hará López Obrador con las reformas energéticas peñistas reveló la lucha al interior del lopezobradorismo entre radicales y conservadores, aunque con la certeza de que López Obrador va a decidir en función de su voluntarismo personal: lo que más le convenga para llegar al poder.
El reciente encuentro en Hermosillo entre López Obrador con el anarquista Noam Chomsky logró aportar elementos adicionales al modelo ideológico del tabasqueño, a partir del hecho de que Chomsky fue el ideólogo de cabecera de Hugo Chávez. Pero el candidato de Morena también abrió canales privados de comunicación con inversionistas energéticos para despreocuparlos de radicalismos. Entre el reclamo de Taibo II de que los consejeros nacionales de Morena reafirmaron la meta inflexible de “echar abajo la reforma energética” y la afirmación de Romo de que no se alterarían “sustancialmente” los contratos energéticos a particulares, hay indicios de que López Obrador no revertirá la reforma energética sino apenas la adecuará con estridencia a mayores controles.
Lo de menos sería ver que alguien está engañando: o López Obrador y Romo con sus declaraciones de mantener las reformas o los morenistas tipo Taibo II que quieren llevar a López Obrador a la presidencia para cambiar el rumbo del proyecto de desarrollo globalizador por uno nacional. Y a partir de ahí, tratar de indagar si López Obrador está engañando a electores y a inversionistas con compromisos que no va a cumplir.
Y en medio de los choques al interior de elites de Morena apareció la figura polémica de Chomsky y su antiimperialismo incómodo y radical, al grado de haber justificado los ataques del 9/11 en Nueva York como una venganza por todos los crímenes estadunidenses cometidos en el mundo. Más anarquista que socialista, Chomsky es también más activista que académico. En el 2006, en la tribuna de la ONU, Hugo Chávez recomendó la lectura de Hegemonía o supervivencia. El dominio mundial de EE.UU., “en lugar de ver películas de Superman”, aunque el año pasado Chomsky dijo que “el modelo de Chávez ha sido destructivo”.
A López Obrador le estalló antes de tiempo el conflicto por las contradicciones en sus compromisos y que se perfila en el poder más como neoliberal en el proyecto salinista que como populista porque los radicales dan inestabilidad y no muchos votos.
http://indicadorpolitico.mx
indicadorpoliticomx@gmail.com
@carlosramirezh