A Fernanda Familiar, periodista avalada por su profesionalismo.
El destino del PRI está escrito para el lunes 2 de julio: la disolución o entregarlo a la militancia.
El exgobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz, dirigente de la corriente Democracia Interna, lo tiene claro: si José Antonio Meade gana las elecciones, no podrá ejercer el poder presidencia-PRI porque no es militante del PRI; y si pierde, tampoco existe ningún liderazgo como el de Peña Nieto en el 2005 para hacerse cargo de los restos.
En una entrevista para el programa Hablemos de Política con Carlos Ramírez, que se transmitirá hoy miércoles a las 7.30 de la noche por Efekto TV, Ruiz Ortiz reveló los errores en la imposición de Meade como candidato externo, la falta de proyecto para imbricarse en el partido y la forma en que los neopriístas peñistas se apoderaron de las candidaturas plurinominales marginando a la militancia.
Sea cual sea el resultado, a diferencia del 2000 y del 2006, el PRI no tiene más destino que la refundación o la disolución y que el futuro del partido estará en manos de la militancia porque ninguno de los peñistas –Meade, Vanesa Rubio, Luis Videgaray, Enrique Ochoa Reza o Aurelio Nuño– sabe cómo manejar un partido; ellos sólo se quedaron con las principales candidaturas pluris.
Ruiz Ortiz afirma también que los priístas de la militancia han padecido tres realidades: la imposición, la corrupción como tema de la oposición y el desánimo. La forma en que los peñistas-meadistas controlaron el reparto de candidaturas pluris sin ningún sentido del equilibrio político provocaron un éxodo de priístas más a Morena y menos al PAN. Lo malo, asegura, fue que esos fugados era los principales operadores electorales que iban a garantizarle votos al PRI y ahora los llevarán a la oposición.
El equipo peñista de campaña de Meade pareció olvidar las experiencias del 2012: como candidato presidencial priísta Peña Nieto supo concitar la participación de los grupos electorales y distribuyó candidaturas entre todos los grupos priístas. Esa experiencia se olvido en candidaturas a gobernadores que llevaron a la derrota porque respondieron a las complicidades de grupo.
Por eso Ruiz Ortiz habla de que el PRI ha sido “secuestrado hoy por una facción” carente de “oficio político” y con “formas poco leales de operar de la dirigencia”.
La corriente Democracia Interna exige, por ello, la renuncia de la dirigencia priísta de Ochoa Reza, quien se agandalló su plurinominal sin preocuparse por otras corrientes, grupos y experiencias.
Ruiz Ortiz denunció que la comisión política permanente del consejo político nacional “como delincuentes, sin dignidad, se reunieron” en el PRI del Estado de México para palomear candidaturas de facción, porque sus oficinas en Ciudad de México iban a ser tomadas por priístas enfurecidos.
Con un candidato en tercer lugar, con una militancia marginada, sin operadores políticos eficaces, los priístas están pensando en el 2 de julio, un día después de las elecciones: ¿quiénes se quedarán con los restos del PRI? El problema es que el PRI nació desde la presidencia de la república en 1929 y los militantes desplazados siente que ya llegó su hora de tener al PRI en sus manos.
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