El domingo tendremos una nueva cita con el voto, una vez más ejerceremos el derecho de elegir a quienes nos gobernarán, tres años en el caso de los alcaldes y seis desde la presidencia de la República, más los diputados y senadores, tendemos pues una nueva oportunidad para equivocarnos o enmendar algo de los males que nos hemos buscado en lo colectivo.
Así es mis queridos boes, soy de los que no doy por válida la frase de que ‘el pueblo no se equivoca’, porque como sociedad hemos cometido uno y otro y otro yerro y hemos pagado las conciencias muy caro.
El pueblo se equivoca cuando se deja seducir en las campañas por personajes que sólo en la etapa de proselitismo se vuelven cándidos, sensibles, educados y solidarios para esconder sus verdaderas personalidades.
En ese tenor en estas semanas vimos a más de un candidato a alcalde o diputado hacer el enorme esfuerzo de ‘tragar’ tacos o tortas sin degustarlas, porque en sus mansiones no se acostumbran, pero la fotografía luciría políticamente correcta en sus muros de Facebook y adornado los boletines.
Vimos a personajes enfundados en pantalones de 400 dólares y calzando tenis de 15 mil pesos recorrer las barriadas más pobres de Tamaulipas mostrándose compasivos, empáticos y hasta soportando los abrazos y besos de las señoras bañadas por el sudor, con el rostro chamagoso por el polvo de las calles que no conocen el pavimento.
Vimos y escuchamos personajes al borde del llanto, en actuaciones casi perfectas, para convencernos de que les preocupa la falta de empleo, de oportunidades de estudio de los pueblos a los que ni siquiera pertenecen, porque donde ellos viven, en los residenciales privados todo sobra.
Por estos días escuchamos a esos personajes descubrirse como habidos de servir al pueblo, ganosos de sacrificar la vida de opulencia que la mayoría disfruta ahora, para consagrarse a sacar de la jodidencia a los miles que no han tenido la oportunidad de nacer ricos como ellos.
Hemos escuchado a esos candidatos en su papel, también actuado desde luego, de expertos en desarrollo urbano, seguridad pública, desarrollo social y expertos gestores.
Pero esas ‘madres de la caridad’, hombres y mujeres ‘ejemplares’, en la realidad no son diferentes a los ex alcaldes que han tenido que salir huyendo de los municipios perseguidos por la ley, algunos luego de pasar varios años en la cárcel.
Porque los ex alcaldes, igual que los de ahora, en las campañas también fingieron ser hombres de bien, igual lloriquearon por el dolor ajeno para convencernos y una vez estando en el poder y sin la máscara se dedicaron a robar lo de todos.
Porque los que hoy se desviven por agradarnos, son los mismos que en sus empresas reprimen a los trabajadores y los tienen poco menos que muertos de hambre muchas de las veces.
Habrá excepciones, como todo en la vida, pero con buena parte de los ahora candidatos nos volveremos a equivocar como pueblo, porque aunque hemos avanzado seguimos perteneciendo a una sociedad con escasa cultura política, con una raquítica capacidad de crítica y con casi nula participación en los quehaceres públicos.
No tengo la menor duda de que también elegiremos algunos alcaldes decentes, pero tampoco me queda duda de que volveremos a elegir a uno que otro Arturo Diez Gutiérrez, Óscar Pérez Inguanzo, Mario Neri, Armando López o capaz que hasta vuelve a ganar Ramón Garza Barrios.
Porque somos así como pueblo, porque hemos permitido que los partidos políticos nos impongan muchas veces al peor de los personajes y nos tragamos los cuentos que nos venden, aunque ya los hayamos padecido.
Será culpa de nosotros si volvemos a elegir a farsantes que una vez llegados al poder le cierran la puerta al pueblo, se esconden porque ya ganados no soportarán el hedor de la pobreza y entonces habrá que conformarse con contemplar de vez en cuando las fotos de la campaña cuando el entonces candidato era humilde, accesible y escuchaba.
Y claro que hoy también tenemos la oportunidad de cambiar la historia, porque una vez que han cesado las campañas y en el silencio que el vacío de los spots nos deja, podemos reflexionar sobre la decisión que estamos por tomar todos juntos.
Estamos pues en los días de meditar, de evaluar, incluso de cambiar la intención del voto a partir de la reflexión, porque otro error nos volverá a costar, en el caso de los alcaldes 3 años de atraso y en algunos casos podrían ser cinco o seis.
Será nuestra culpa, repetir los errores del pasado, será nuestra culpa mantener en el atraso a muchos de los municipios tamaulipecos que sólo han servido para engordar las cuentas bancarias de los que hoy gracias a nuestra falta de madurez política tienen resuelta su vida económica, será nuestra culpa dejarnos engañar nuevamente, estamos a tiempo de evitarlo.
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