8 diciembre, 2025

8 diciembre, 2025

El infortunio priista

Café Expreso

Mientras Sergio Guajardo parece aferrarse a la silla y, en la Ciudad de México, el Comité Ejecutivo Nacional mantiene el desinterés por lo que ocurra en el PRI tamaulipeco, las desgracias no cesan para los tricolores locales.
Sobre todo las económicas.
Arrastra todavía una multa por 15 millones de pesos y está por recibir una más de 7 millones de pesos.
Por si eso fuera poco, el Comité Estatal se vio obligado a pagar 4 millones de pesos al ex velador del Comité Directivo Estatal, que los tenía demandados por despido injustificado.
La Junta de Conciliación falló en favor del ex empleado y, como la autoridad amenazaba con intervenir las cuentas del partido, no les quedó de otra, que abrir la maltrecha cartera.
De ese tamaño es el infortunio que atraviesa el partido, que apenas hace dos años, gozaba todavía de la plenitud del poder político y económico.
Hoy, sus liderazgos, acostumbrados a los privilegios, más que a cualquier clase de sacrificio, se rehusan a pagar cuotas y parecen decididos a permitir la extinción del instituto político, que durante décadas los cobijó.
Saben que en Morena tienen las puertas abiertas y, a eso se atienen.
Entre la militancia y la clase media del partido, sigue rondando la pregunta de qué ocurrió con los más de 100 millones de pesos que la ahora célebre Marité Guerrero, hizo perdedizos.
Como si de una película de humor negro se tratara, mientras el PRI atravesaba la peor crisis financiera, el Secretario de Finanzas y Administración del CEN, Luis Vega Aguilar, entregó una buena suma destinada para la operación política en los 43 municipios, a la misteriosa mujer.
El dinero, obviamente nunca llegó a quien estaba destinado, porque la tesorera espontánea, aseguró que se lo robaron.
Desde entonces, han circulado una serie de versiones que no hacen sino sumar carcajadas al guión de la tragicomedia que vive el PRI. Hasta un secuestro falso se inventó, recientemente.
Lo único cierto para el tricolor en este momento, es que sin poder y sin recursos, deben asumir su posición de partido chico y pasar por el detector de mentiras, a quienes buscan asumir la dirigencia estatal.
Porque hay sobradas pruebas de que en el ADN priista, está el agandalle. Si quien suceda a Sergio Guajardo, llegara con la misma actitud rapaz para arrasar con lo poco que queda, el PRI podría ir recibiendo la extremaunción.
Ni duda cabe: seguirán los escurrimientos hacia Morena y hacia el PAN, porque el PRI está condenado a ser una lejana tercera o cuarta fuerza política, en el estado.
El 2019, será su última oportunidad para recibir un poquito de oxígeno, que le permita alargar lo que ya parece, una triste agonía.
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