* El columnista es autor de las novelas: “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”, además, Premio Nacional de Periodismo 2016.
En la UAT hay relevo en la mayoría de funcionarios de primer nivel. Otros repiten, pero son los menos. De esta manera se cumplimenta el proceso iniciado hace más o menos un año, que convertiría en Rector, al ingeniero José Andrés Suárez Fernández.
El perfil y origen de quienes desempeñan nuevos cargos, además del formalismo y seriedad de su jefe, hace suponer que en la institución, hay disposición al cambio.
Ahora bien, tomando en consideración las circunstancias políticas, es de creer que el asunto va en serio y en todos los sentidos.
Nadie ignora que a través de medio siglo de autonomía, nuestra universidad creció en lo material y evolucionó en lo académico, (no lo que debía, pero evolucionó). Aunque también acumuló vicios y prácticas que en su momento, merecieron la condena pública.
No faltó “el golpe de estado” contra el ex Rector que se negó a ser partícipe de una irregularidad ofensiva en alto grado contra la autonomía. Y su patrimonio.
La sociedad civil tendría que estar sorda, ciega para no saber que a la luz de la institución, se cometieron excesos que dañaron seriamente el prestigio de quienes hicieron realidad el sueño de contar con una máxima casa de estudios, como la que hoy disfrutamos.
Entonces, la UAT flotaba entre la incertidumbre y el temor, insertando con frecuencia en las páginas policiacas, su esencia humanista, de “Verdad, Belleza, Probidad”.
Tiempo hubo en que el delito se volvió cotidiano, ante la ausencia de una política de estado congruente con el avance moral que registraban otros centros de estudio, con menos recursos que el nuestro.
El “dejar hacer, dejar pasar” de parte de las autoridades, rebasó la tolerancia, permitiendo la formación de cotos de poder, fácilmente identificables a lo largo y ancho del estado, donde la violencia definía situaciones e imponía condiciones.
Se confundían los liderazgos reales y se explotaba el miedo.
De esta lamentable situación resultaba víctima directa la comunidad y, desde luego, la universidad, que debía soportar presión y acoso de grupos, incluso ajenos a la casa de estudios, aunque con intereses materiales muy determinados.
RESTOS DE AQUELLOS LODOS
Ha sido larga enfermedad de la que se recupera, cuando es evidente que se tomó la determinación de transformarla en auténtico patrimonio social.
Es decir, para servicio de todos, sin presiones de nadie, permitiendo que el espíritu vuele en libertad y la autonomía, se concrete en avance de las ciencias y las artes hacia mejores condiciones de sobrevivencia general.
Y aunque existen todavía restos de aquellos lodos, no tardará mucho en que las impurezas sean extinguidas y esperamos que para siempre. Es la confianza de una comunidad que sufrió mucho, para construir su universidad.
El perfil del nuevo Rector, es diferente a la costumbre del poder.
Si pudiéramos leer en los rostros del pasado, nos daríamos cuenta que algunos ex funcionarios concibieron desde siempre, objetivos ajenos al privilegio de enseñar y formar generaciones honorables.
Y las evidencias no mienten con riquezas a la vista del portador.
Al respecto, habrá archivos secretos que descubiertos alguna vez, muestren los actos de magia realizados por quienes con singular alegría, transitan por el camino de la impunidad.
Por ello, importa que la UAT sacuda de una vez por todas, el pasado que la agobia. Es la oportunidad de aligerar el paso contenido por décadas, por aquellos que no vieron más allá de sus intereses personales y de grupo.
El equipo de trabajo que acompaña desde este lunes a Pepe Suárez, no es improvisado, mucho menos pretende aprovechar la situación en que se encuentra. Eso creemos.
Se trata de recomponer el rumbo. Es la exigencia de los tamaulipecos. Y los neo funcionarios seguramente estarán dispuestos a cumplir con el deber que los distinguieron, antes que poner en riesgo prestigio y honorabilidad.
Ojalá y esta sea la oportunidad deseada por tantos años.
SUCEDE QUE
Todos los medios hablan del acuerdo comercial con los gringos, pero ninguno dice con certeza de qué trata. ¿Hasta dónde perjudica, hasta dónde nos beneficia?.
Si el tal acuerdo fuera justo o favorable a México, ¿usted cree que Trump lo festejaría como hizo?.
El escribidor se atreve a denunciar, que nuevamente hemos sido engañados por el régimen tricolor. A EPN le urgía que sucediera antes del primero de septiembre, fuera como fuere, ya que después quedará entre dipus y senadores enemigos.
Y hasta la próxima.
