* El columnista es autor de las novelas “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y Premio Nacional de Periodismo 2016.
Creímos que el Senado de la República sería diferente. Que las consignas pertenecían al pasado y que tendríamos, ¡ahora sí!, una representación popular alejada de los vicios propios de la vieja política.
Pero resulta que, como en la canción del inolvidable Jorge Massias, la mayoría de legisladores “tropezaron con la misma piedra”.
Y de paso traicionaron la confianza de quienes votaron a su favor.
Hablamos desde luego, de “los morenistas” que en el transcurso del mismo día (4 de septiembre), cambiaron de parecer respecto del asunto relacionado con Manuel Velazco Coello.
Ya sabéis que este gobernador chiapaneco fue registrado a última hora por el PVEM como candidato pluri, razón por la que con la misma premura, solicitó y obtuvo la respectiva licencia del congreso local.
Ahora, siendo senador, al señorito se le ocurre regresar a terminar su gestión, como si se tratara del juego de “Juan pirulero”, tocando al Senado decidir.
Y resulta que en una primera votación sus compañeros de cámara se lo impiden, pero más tarde otorgan su anuencia, siendo importante el voto de “los morenistas” quienes en esta vergonzosa actitud, se hermanan con sus presuntos adversarios del PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y Verde Ecologista.
En este sentido, los mexicas no somos tontos de ahora como para ignorar que hubo acuerdo “en lo obscurito”, lo cual significa enorme decepción hacia el partido que suponemos, logrará la cuarta “refundación” nacional.
Usted disculpe, pero el escribidor está más que “encaboronado” y los motivos sobran, porque han sido demasiadas las expectativas construidas a través de años por una sociedad sedienta de todo, como para que un grupo de irresponsables legisladores las eche a perder en una sola sesión.
Por supuesto que quienes más lo celebraron fueron los priistas al considerar la votación final como un triunfo.
¡N’ombre!, tiempo le faltó a Osorio Chong para conceder entrevistas a los principales medios de comunicación sobre algo, que podría ser considerado como una venganza tras lo sucedido el primero de julio.
Mientras tanto, “los morenistas” siguen buscando justificación a tan lamentable y aberrante sometimiento.
SENADORES DAÑAN A AMLO
Ahora que, como ciudadano en uso de sus facultades y derechos, el escribidor está en la posibilidad de exigir una explicación a Guadalupe Covarrubias Cervantes y Américo Villarreal Anaya, senadores “morenistas” tamaulipecos, que si conservan algo de vergüenza, no se atreverán siquiera, a acudir a misa de doce el domingo.
En el caso del junior del ex gobernador, está claro que no tiene la más remota idea de lo que significa su investidura, tras ser beneficiado por un sentimiento de nostalgia de AMLO y no por méritos sociales.
Por otra parte, es de creer que esta clase de hechos se repetirán, por la sencilla razón de que ya existe complicidad y la confianza necesaria para acordar “atrás de las cortinas”, sin escrúpulo que lo impida, como novios apasionados pues.
Recordad que Ricardo Monreal, el líder de la mayoría en el senado, es un viejo lobo experto en esta clase de “cuchupus” quien fácilmente hará caer en sus redes (ya los hizo caer), a inexpertos corderitos como Lupita Covarrubias y Américo Villarreal Anaya.
¡Nada que pagaron la novatada!, son parte del desprestigio legislativo y punto.
Pero ojo, que el principal perjudicado es López Obrador, lo cual no parece importar a los tamaulipecos, sobre todo a Villarreal, quien concibe sueños futuristas alentado por personeros en busca de desquite.
Aunque lo más mejor, es que la paisanada empieza a tomarle la medida al comprobar que su papel en el senado solo es cumplir consignas, con la ingenuidad e inmadurez de cualquier alumno de pre-primaria.
Y ni modo que sea invento.
Sea como fuere Américo crea un mal precedente que sin duda tendrá consecuencias respecto de su proyecto sexenal.
Y si no, pa’l baile vamos.
SUCEDE QUE
El presidente Peña Nieto tiene razón al decir: “quien suponga que un país se construye en seis años, verdaderamente se equivoca”.
La “raza” responde: “pero, que tal que es tiempo suficiente pa’ destruirlo, ¿o, no?”.
Y hasta la próxima.