Hoy jala aplausos y hasta empatía el hecho de ver al presidente electo Andrés Manuel López Obrador ‘atorado’ por cinco o más horas en una sala comercial de un aeropuerto del país o varado todo ese tiempo en un avión que no pudo despegar, a partir del 1 de diciembre será grave ver al mismo personaje en dichas circunstancias, porque eso podría significar un ‘parón’ para el país.
Así es mis queridos boes, si causa ternurita ver al que de cariño no pocos llaman ‘mi cabecita de algodón’ en su personaje de ciudadano común y corriente, ahí sin poder hacer nada charlando por horas con los que como él se quedan sin viajar, pero tendríamos que preguntarnos qué repercusiones tendría eso ya con la investidura presidencial.
Antes habría que decir que no usar el avión presidencial es una necedad populachera de López Obrador, viajar en aviones comerciales es todavía más una decisión que raya en la falta de responsabilidad ante los riesgos que conlleva, más la pérdida de horas valiosas que deben significar la agenda del presidente.
En menos de una semana se ha quedado varado ya dos veces, las mismas en las que más allá de platicar, contar anécdotas o hacer chistoretes no ha hecho nada productivo, porque la gente no lo deja, quiere estar cerca de él, platicarle, oírle.
No quiero imaginarme cuántas horas al mes va a quedar varado El Peje ahora que asuma como presidente, pero cada una de ellas será desde luego un retraso en la agenda más importante del país y lo será por un capricho mal encauzado.
Porque si bien puede no querer viajar en el avionzote de Peña Nieto, pero sí lo podría hacer en alguna de las otras aeronaves con las que cuenta Presidencia de la República, pero ya dijo que todas las va a vender.
Los defensores a ultranza de AMLO ya estarán diciendo ¿y a poco los aviones presidenciales no se tienen que quedar en tierra con las tormentas o por el cierre de aeropuertos?, y la respuesta es claro que sí, pero la diferencia es que en los aviones oficiales el presiente López Obrador, alejado de decenas o cientos de ciudadanos que por morbo, admiración lo rodean en las salas comerciales, podría ponerse a trabajar, atender videoreuniones para que el país no se detenga junto a él.
Pero además, las escenas que hemos visto en las dos ocasiones en que se ha quedado varado son para reflexionar sobre su seguridad, porque son ambientes no controlados, porque en una sala de aeropuerto comercial entran y salen cientos de viajeros cada hora y entre ellos se puede escabullir quien no tenga buenas intenciones con el Presidente.
No quiero sonar fatalista o negativo, pero en este país han matado a presidentes, a alcaldes, a ex gobernadores, a candidatos, por lo que la seguridad del próximo presidente no tendría que estar regida ni siquiera por sus caprichos.
Lo que a él le pase nos pesaría a todos, por lo que es deseable que alguien le convenza de dar marcha atrás, total ya es presidente, no tiene que seguir siendo populista, hoy necesitamos más bien un hombre de estado, que entienda que sobre sus hombros carga una institución, que sobre sus decisiones está la estabilidad de todo un país y por lo tanto no tendría el derecho de ponernos en riesgo a todos.
¿Se lo imaginan 5 horas en la sala de espera de Culiacán, Sinaloa, o en Tijuana o porque no en el aeropuerto de Reynosa?, serían para el país muchos minutos de angustia innecesarios.
¿Quién se va…?
Las apuestas están a todo lo que da sobre los enroques o cambios en el gabinete del gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
Los nominados siempre que se avecinan cambios son los de las principales secretarías de estado: educación, desarrollo social (hoy SEBIEN), Salud y Seguridad.
Yo descartaría SEBIEN, porque de hecho Gerardo Peña no tiene mucho que regresó a la titularidad de la misma, tras el encargo político-electoral que culminó en julio pasado.
Pero también podría descartar, si solo me baso en los resultados a Héctor Escobar, titular de la Secretaría de Educación en Tamaulipas.
Porque si le echamos un vistazo al informe del gobernador Cabeza de Vaca, ahí este presumió que Tamaulipas escaló 8 posiciones en el ranking nacional educativo pasando del 20 al 12, medición por cierto que hace la prestigiada organización Mexicanos Primero.
Entonces, insisto, si es por resultados Escobar, el de Matamoros se salva de la guillotina con la que le han espantado o tratado de espantar muchos opinadores desde el inicio de la administración.
¿Entonces quién se va?, ese misterio pronto lo va a resolver el propio gobernador, tan pronto como en días, no comamos ansias.
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