Por más que Yahleel Abdala se esfuerce en mostrarse serena de cara a las próximas elecciones, la verdad es que, luego de sentarse en la silla y conocer a detalle el desgarriate que recibió, se anda tronando los dedos por dos motivos principales: elegir buenos candidatos en el PRI se ha convertido en una tarea cada vez más difícil, y la falta de recursos económicos es de verdad dramática.
Tanto, que la operación política del 2019 se antoja como una misión imposible para un partido que además, carga con la pesadísima losa del descrédito ciudadano.
Por eso, la nueva presidenta del comité directivo estatal no apunta tan alto, sabe que mantener la presencia que tiene el PRI en el Congreso sería una victoria importante para su causa, pero la fría realidad apunta a una meta mucho más modesta: no perder la representación en el Legislativo, así sea con una o dos curules.
Porque la reelección para sus diputados parece un sueño guajiro, o ¿qué méritos pueden presumir personajes como Alejandro Etienne, Mónica González o Rafael Benavides?
A dos años de su llegada al Congreso queda clarísima su grisácea vocación de burócratas. Nada para destacar.
¿Con qué armas podría pelear en una campaña Mónica contra la fuerza que ha adquirido Morena en Matamoros? La misma pregunta aplica para Carlos Morris Torre, sobre todo si se considera que aquí enfrentaría a candidatos como Gloria Garza o Arturo Soto.
Apostar a un posible debilitamiento de la marca Morena, como sugirió ayer el ex alcalde Etienne, parece una pobre estrategia… corta de vista.
Porque López Obrador se ha encargado de demostrar en los últimos días que aspira a ser un mandatario con la fortaleza política que perdieron los últimos cuatro presidentes.
Parece obstinado en recordar que aprovechará el músculo del gobierno federal hasta los límites de lo legal, y eso incluye una andanada electoral para que Morena se afiance el año entrante como la principal fuerza política del país.
Por otro lado, el control del gobernador en territorio tamaulipeco parece seguro si se considera que entre Cabeza de Vaca y López Obrador empieza a construirse una relación de cooperación y cordialidad.
El PRI puede irse olvidando de ese choque de trenes que pronosticaban, y que según sus alocadas cuentas, terminaría beneficiándolos en las urnas.
En ese laberinto se mueve Yahleel Abdala, una mujer que logró el apoyo de la mayoría de los grupos del PRI, pero no de todos. Y en eso, radica otro de sus graves problemas de cara al 2019.
Ladys y lords
Olga Sosa, la ex diputada local priísta convertida al obradorismo, ya anda haciendo de las suyas en San Lázaro, donde empiezan a conocer de cerca sus desplantes, poses de diva y cotidianos berrinches.
La tampiqueña un día sí y otro también se pelea con la prensa y hasta con su equipo.
Olguita, como le conocen en el sur, es un personaje creado de forma artificial durante un periodo oscuro de la política tamaulipeca que ha llegado muy lejos.