Caray, comienzan a moverse los aspirantes a diputados al Congreso del Estado y sin referirnos a partido alguno creemos que estos institutos políticos se están quedando muy atrás pues aunque no lo crean pero la mayoría carecen de dinero para hacerle frente a una campaña que se antoja será no solo difícil sino que también “muy cariñosa” pues no se les mira trabajo alguno sobre todo en aquellos que cuentan con más de seis municipios por lo tanto sería conveniente fueran desde hoy buscando a los más destacados ciudadanos que podrían efectuar un buen papel como manejadores de una campaña de proselitismo político.
A propósito en el pueblo de mis mayores tengo la ligera sospecha de que se acabaron “los grillos” pues algunos abandonaron Llera en busca de mejores horizontes, otros de plano se alejaron de sus partidos y hay quienes se fueron a descansar en las llamadas ciudades de los muertos donde se la pasan los días y noches durmiendo.
Por ejemplo en la calle Hidalgo donde vivo no me lo van a creer pero contabilizó en tan sólo seis cuadras ocho familias y dos comercios por lo tanto es triste confesarlo pero nos estamos quedando solos al grado que comienzo a preocuparme pues cuando el Mesquite Gacho reclame mi presencia no voy a encontrar quien me lleve hasta mi última morada.
Aún así el consuelo que me queda es que tendrán que sepultarme porque si no les voy apestar el barrio.
Digo.
Ante las vísperas del aniversario de Llera no queremos retirarnos sin antes dar a conocer que fue en el año de 1924 cuando ingresó por primera vez a Llera un automóvil
siendo este un Ford 1924 propiedad del señor Amado Limas Rocha de la entonces Hacienda de San Rafael cuyas ruedas eran de madera.
De esto hace noventa y cuatro años cuando la carretera Llera-Ciudad Victoria era una brecha de terracería que había que transitarla montado a caballo o trepado en
una carreta o guayin en tanto que los vehículos había que “empujarlos” en cada subida.
En esos años de los que doy cuenta no existía puente alguno para cruzar el río Guayalejo hasta años después que se levantó uno de madera al construirse en 1933 la carretera nacional México-Laredo, tramo Llera-Ciudad Victoria.
Por cierto la gente salía del pueblo de mis mayores alrededor de la cinco de lamañana pernoctando en el hoy ejido La Alberca donde comían, dormían y se abastecían
de agua para continuar el viaje llegando a Ciudad Victoria alrededor de las ocho de la mañana del siguiente día.
Como podrán observarlo viajar en esos años de Llera a la capital era una gran proeza y una soberana aventura que la gente ya de regreso no se cansaban de hablar de
como les había ido.
Hoy, como pueden darse cuenta el viaje se realiza cuando mucho en una hora y hay quien se tarda hasta treinta minutos.
Diría nuestra amiga Blanca Valles Rodríguez, “carajos como han pasado lo años”.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE