CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- En un rincón de la sierra de Tanchipa, en una congregación llamada Palcuay, el 4 de mayo de 1860, se fundó la villa de Quintero, según nos relata en sus crónicas don Joaquín Meade. Esta comunidad había pertenecido hasta ese entonces a Magiscatzin.
El nuevo municipio de Tamaulipas quedaría conformado por tierras expropiadas principalmente a Magiscatzin, y una mínima parte a Morelos, pues El Abra le pertenecía.
Sobre el nombre, se sabe que fue para honrar la memoria del coronel liberal Rafael M. Quintero, muerto en los primeros días de la guerra de Reforma frente a Tampico.
Los años pasaron y la villa no progresaba, pues según un apunte de 1870 “se hallaba situada en el rincón de los montes, separada de toda vía de comunicación”. Para surtirse de lo indispensable, los habitantes acudían hasta Antiguo Morelos a realizar sus compras, pues esa villa, al ser paso del camino carretero de San Luis a Tampico, era mucho más importante que Quintero.
Desde un principio, las elites de Canoas ambicionaron ser cabecera, pues desde 1870 habían intentado ser un municipio intermedio entre Quintero y Magiscatzin; pero al estar asentados en una porción privada, esto no fue posible, hasta 1889 cuando sus vecinos compraron en 250 pesos la porción número 30, a Julio Martínez, heredero de esa ex propiedad colonial.
En la cúspide del Porfiriato, finalmente la prospera congregación de Canoas se segregó de Magiscatzin, según el decreto del Congreso Estatal fechado el 22 de mayo de 1894, pasado desde el 31 de mayo del mismo año, a formar parte del municipio de Quintero.
Durante la revolución mexicana, la villa fue testigo del paso de diferentes contingentes en pugna, registrándose enfrentamientos. La etapa más cruenta, sin duda alguna, fue la que se vivió entre 1915 y 1917, pues los grupos derrotados de Carrera Torres y los Cedillo, hostigaban constantemente a las tropas carrancistas, aprovisionándose de lo necesario en poblaciones de nula vigilancia como Quintero.
A principios de 1918, el presidente del Ayuntamiento era don Florencio Muñiz Figueroa, vecino de Canoas. Para febrero ese cargo lo empezó a ostentar esporádicamente don Mónico Chapa. Por su parte, don P. García Jaramillo fungía como juez del Registro Civil; mientras que don R. V. Ramírez se desempeñaba como Agente del Timbre en el municipio.
El 1 de marzo de 1918, fuerzas de caballería e infantería, al mando de los generales Francisco Carrera Torres y Saturnino Cedillo, saquearon e incendiaron la villa de Antiguo Morelos, pasando a realizar los mismos actos a Quintero y a su congregación de Canoas.
Como consecuencia de eso, las autoridades quinterenses empezaron a contemplar que la cabecera se trasladara provisionalmente a un punto seguro del municipio. En los subsecuentes meses, Canoas seria catalogada como la idónea, pues se consideraba que al
estar la villa de Quintero pegada a la sierra, era blanco fácil de los revolucionarios que pululaban en ella, lo que les permitía saquearla y huir rápidamente.
Y en efecto, en los meses previos al cambio, la violencia en la zona no cesaba. El 17 de marzo, a las cuatro de la tarde, se presentó al juzgado civil de Quintero, el alcalde segundo propietario del municipio, dando parte que el día anterior, como a eso de las diez de la mañana, había fallecido a consecuencia de una herida el joven José Lucio. Este personaje era nativo de Fortines, soltero, jornalero, e hijo legítimo de Nabor Lucio y de Luisa Mórales.
Como si esto no fuera poco, se empezaron a dar los primeros casos de la mortífera gripe española y se incrementaron los casos de paludismo, lo que vino a diezmar más a la población.
Al parecer los meses comprendidos entre abril y julio, fueron de zozobra entre la población de Quintero, pues en ese tiempo don Florencio Muñiz Figueroa dimitió de manera definitiva a la presidencia, quedando como interino don Mónico Chapa, quien por unos días se la dejó también a don P. García Jaramillo. Esto nos indica la inestabilidad política que provocó la presencia en la región de la guerrilla de Cedillo.
Para evitar los estragos de la guerra, y quedarse sin autoridades como pasó en el vecino Antiguo Morelos, finalmente don Mónico Chapa y su cabildo acordaron cambiar provisionalmente los poderes a Canoas. Oportunidad de oro las que se les presentó a los habitantes de esa congregación, pues desde tiempo atrás, no cejaban en su intento de convertirse de forma oficial en cabecera municipal.
Al carecer de un acta de cabildo, no se tiene una fecha exacta de esto, sólo el Registro Civil nos puede dar una pista, y en consiguiente, se tiene el dato que el 28 de junio de 1918, falleció doña Luisa Morales y que su cuerpo fue sepultado en el cuarto tramo del cementerio de Canoas, firmando como testigos los funcionarios públicos Florencio Muñiz y Urbano M. Pecina, vecinos de esa congregación. Con lo anterior, es muy probable que al radicar esos dos funcionarios públicos en Canoas, los poderes ya estuvieran en dicha rancheria. Aunque no es hasta el 1 de agosto de 1918, al asentarse en un acta civil el matrimonio del comerciante de Hong Kong Francisco Fong y la mexicana Marciana Martínez, cuando aparece por primera vez la frase “Congregación de Canoas, cabecera provisional del municipio de Quintero, Tamaulipas”.
Como una medida para contrarrestar a “los garreros” de Cedillo, el gobierno carrancista destacamentó al municipio de Quintero una sección al mando del teniente Francisco Rivera, nativo de
San Pedro de las Colonias, Coahuila. Las tropas federales pronto sintieron también los embates de las enfermedades de la región, pues el 10 de agosto falleció de paludismo en el cuartel de
Canoas, el soldado Catarino García, oriundo de Saltillo.
Desgraciadamente un grupo reducido de militares no era suficiente para salvaguardar la región y controlar a Cedillo y a Carrera Torres.
Para noviembre de 1918 don Mónico Chapa se seguía desempeñando como presidente interino, en sustitución de don Florencio Muñiz Figueroa, quien había sido electo constitucionalmente a fines de 1917.
Los años de 1919 y 1920 se caracterizarían por la inestabilidad política, pues hubo varios interinatos en la presidencia del municipio de Quintero con cabecera en Canoas.
Para inicios de 1921 se presionó al gobierno estatal para que reconociera de manera oficial a Canoas como cabecera.
Finalmente el 19 de abril de 1921, el gobernador Cesar López de Lara avaló lo decretado por la Legislatura local el 28 de marzo del corriente, respecto al cambio oficial de poderes de
Quintero a Canoas, que en lo subsecuente se llamaría Villa Juárez, Tamaulipas, pasando la antigua cabecera a ser una congregación del mismo municipio.
Con el tiempo, Villa Juárez seria elevada a la categoría de ciudad, con el nombre de El Mante.
El Hotel Mante, en sus inicios en los 30s
La calle Juárez en los años treintas
Panorámica de El Mante, en 1953
Desfile Obrero, avenida Juárez e Hidalgo
El emblemático ingenio en 1931