Esperaba el estreno de Roma por todas las noticias que de ella se publicaron y sobre todo por las opiniones divididas por la actuación de Yalitza Aparicio.
Y aunque leí lo que escribieron los cinefilos, los críticos de cine y hasta los columnistas políticos, pasando por el tuit aquel de que quien no vivió en la Roma no entenderá la película, tenía que verla para saber hasta donde lo que se escribió era verdad.
Debo ser sincera, no soy una experta en cine ( ni siquiera se muchas veces que película esta de estreno en las carteleras del país) pero Roma me encantó.
Nací en el Distrito Federal en el año en que se desarrolla la trama, aunque no en la Roma, ni siquiera cerca de esa colonia, pero los lugares comunes eran muy similares a los que conocí.
Alfonso Cuarón llegó y removió en mi mente los recuerdos de una niñez donde también hubo una Cleo que se encargaba de los quehaceres de la casa, mientras mi madre salía a trabajar.
Muchos criticaron la trama y hasta llegaron a compararla con capítulos de “La Rosa de Guadalupe”, pero yo creo que lo importante de este material no era la trama, era la historia, si, la forma en que se recreó el México de los 70s, los programas de televisión que aún siguen siendo los mejores de la comedia nacional a pesar de los años transcurridos.
La música con la que crecimos quienes nacimos en esa época y en otras muchas porque algunas de esas canciones se convirtieron en covers en décadas posteriores.
¿Realmente Cuarón tenía derecho a meterse en mis recuerdos? Los huevos tibios de desayuno antes de la escuela, la ida al cine con las “muchachas” porque no tenían amigas que las acompañaran; el “bochito” de mi papá y la azotea donde jugábamos al cuidado de mi madre o de nuestra “Cleo” que bien puede llamarse Lupita, Juana, Petra o María, las pláticas en dialecto, aunque en mi caso no era mixteco sino mazateco y por supuesto sus largos silencios supongo que al pensar en los suyos y su tierra.
Yalitza hizo un papel excelente porque así como ella miles de mujeres llegaron al entonces Distrito Federal para ayudar a las familias a terminar de criar a los hijos y hacer los quehaceres de la casa, pasando por el engaño de los “gandallas” que las veían solas y las sabían ignorantes, sin embargo para los cineastas estas mujeres eran siempre invisibles, las extras de su historia o las típicas cenicientas que de sirvientas se convertían en patronas.
En fin, me quedo con mis memorias, esas que despertó Roma y de las que creo que no me podré desprender en mucho tiempo.
(Seré muy sincera esto lo escribí hace unos días, pero la entrega de los Globos de Oro donde Alfonso Cuarón ganó como mejor director y Roma como mejor película en lengua extranjera, me hicieron querer compartirla)