En el ensayo “Consecuencias Principales de la Pobreza en México”, del escritor y biógrafo Joaquín Montano (cuyas obras ha publicado la revista online Lifeder), nos dice que en México hay cinco principales “causas-consecuencias-pobreza” que no se pueden ocultar: 1) malnutrición, 2) abandono escolar y trabajo infantil, 3) inseguridad ciudadana y aumento de la prostitución, 4) migración y 5) corrupción.
Ello significa, en palabras de Montano, que las consecuencias de la pobreza en México “se dejan notar en todos los ámbitos, desde el político, hasta el de la salud, pasando por la educación y la seguridad ciudadana”.
Estadísticamente, acotamos nosotros, ¿qué porcentaje de nuestra población está en condiciones de pobreza? Según diversos indicadores, varía entre 42% y 55%, indicadores que deben incluir los 56 grupos indígenas que forman 30% de nuestra sociedad. En datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística calculados para 2018, en México habría más de 120 millones de habitantes. De ellos 11.4 millones de compatriotas están en pobreza extrema.
OXFAM Intermón, Organización no Gubernamental, trabaja por la erradicación y las desigualdades económicas y sociales, y señala que para acabar con la pobreza, que “afecta de manera muy especial a niños y jóvenes”, México tardaría 120 años.
El 15% de la población mexicana padece desnutrición. “Es cierto que se han producido avances con respecto a los niños, pero aun así, 7.25% de los que tienen entre 5 y 14 años la padecen. Esta cifra se dobla en las zonas rurales”, dice Montano. Un millón y medio de niños menores de 5 años sufren desnutrición crónica. Y las pérdidas económicas apuntan a 28 mil 800 millones de dólares al año.
La falta de recursos económicos en las familias origina otro daño social: que muchos niños dejen de estudiar y empiecen a trabajar a temprana edad. Según OXFAM, en México hay alrededor de 2.4 millones de menores que dejan sus estudios para ponerse a trabajar.
Debido a la pobreza en algunas regiones, se recrudecen los secuestros, los robos y la angustiosa situación de muchas jóvenes que se ven obligadas a prostituirse para ganarse la vida.
En muchas partes del mundo, la emigración es consecuencia directa de la pobreza; en México tiene dos vertientes: del campo a las ciudades y de las ciudades hacia Estados Unidos. Sobre la segunda, hay que reconocer hoy que esa indeseable expulsión de connacionales significa hoy una valiosa transferencia de divisas, esencial para la economía nacional. Sin embargo, uno de los aspectos negativos es el surgimiento de mafias violentas de traficantes.
Finalmente, autoridades y organismos no gubernamentales coinciden en que la pobreza trae aparejada mayor corrupción.
El problema es mayúsculo y multidimensional. Ya hemos señalado que es difícil, por no decir imposible, avanzar hacia los niveles de desarrollo que merecen los mexicanos.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, con datos del INEGI, tiene registros puntuales de cómo la pobreza incide negativamente en educación, servicios, seguridad social, alimentación y vivienda.
Las entidades federativas con mayor porcentaje de pobreza extrema son Chiapas (31.8%), Oaxaca (28.3%) y Guerrero (24.5%); entre ellas suman 3.65 millones de personas.
Organismos internacionales, como la ONU y la OCDE, coinciden con organizaciones no gubernamentales en la aplicación de diversas políticas públicas para erradicar el hambre y la pobreza: fomento intensivo a la educación, mayor inversión social, mejor acceso a los servicios básicos, asegurar servicios de salud a todos los mexicanos, fomentar la creación de más empleos e inversión en áreas rurales.
Por supuesto, no podemos soslayar que la globalización ha impuesto a las sociedades en desarrollo problemas como el deterioro ambiental y la sobreexplotación de los recursos naturales. Esta es una tarea urgente para las naciones desarrolladas.
Entre tanto, ocupémonos de lo nuestro y admitamos, aunque duela, que en 1% de los mexicanos concentra 39% de la riqueza nacional. Por eso nuestro país forma parte de las 25 naciones con mayor desigualdad del mundo.
Igual duele, y mucho, reconocer que en la tragedia del viernes 18 de enero en San Primitivo, municipio de Tlahuelilpan, donde murieron decenas de personas al explotar e incendiarse una toma clandestina en un ducto de Pemex, volvió a asomar el rostro cruel de la pobreza.