* El columnista es autor de las novelas “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo” y Premio Nacional de Periodismo 2016.
Hasta ahora los grupos reaccionarios han fracasado en su campaña mediática y de provocación contra AMLO. Y es que el presidente encuentra entre la mayoría mexica su principal aliada. Y contra ésta, “no hay defensa”, como decimos los adictos al béisbol en referencia a la “base por bolas”.
No es secreto el enorme respaldo recibido a lo largo y ancho de la geografía del país respecto de la tarea que realiza contra la corrupción y a favor de los programas de gobierno para los que menos tienen.
“No son dádivas sino actos de justicia”, repite, y la gente lo celebra después de que hace no menos de 40 años, el sistema neoliberal se ensañó condenando a la pobreza (y en muchos casos a la hambruna), al 70 por ciento de la población.
AMLO abre caminos al trabajo y estudio a los jóvenes y estos responden inscribiéndose en el gran proyecto de la nueva nación.
El régimen trabaja para el México del futuro. El de la nueva moral y la nueva conciencia con profundo sentido humano.
Ello no conviene a los rancios herederos de la aristocracia porfirista. Estos que, ¡haga usted el favor!, siguen soñando en el advenimiento de otro Maximiliano y su locuaz Carlota. (O de perdis, revivir a Iturbide).
El asunto es que, a pesar de las campañas tendenciosas y de incitación a la desobediencia, López Obrador fortalece su decisión de hacer válida la promesa de justicia social proclamada en su campaña electoral.
Y en cuanto a la corrupción está claro que las evidencias sobran y se encuentran “a la vista del portador”. Los clásicos dirán que “a la vuelta de cada esquina”, u lo que es lo mismo: en los rincones donde la malsana burocracia anterior pretende ocultar la inmoralidad de sus acciones.
Poco a poco aparece lo que la complicidad intentó eludir. Y no es fortuito que los nombres de los últimos ex presidentes aparezcan con la frecuencia que demanda la indignación.
“Nos dejaron un cochinero, por eso hay que barrer de arriba hacia abajo”, insiste AMLO, tanto en su encuentro casi diario con los medios de comunicación, como en eventos masivos.
Y se ve y se siente que el coraje rebasa su intención de cerrar algunos capítulos del pasado, lo cual no será posible cuando los hechos tienen mayor relevancia que la tolerancia y el presunto perdón.
Y como López Obrador obedece el mandato popular estará obligado a actuar tarde o temprano, contra quienes propiciaron de alguna manera la corrupción. Y estos no pueden ser otros que Fox, Calderón y Peña Nieto y de ahí “pa’ abajo”, incluidos los “chivos expiatorios” que no se tentaron el alma para enriquecerse brutalmente.
SIN MORDAZA
Bueno es que AMLO llame a las cosas por su nombre, que convenza a las comunidades involucradas en ilícitos por ejemplo, de que no vale la pena exponer la vida por unos litros de combustible, o que en las sesiones con la prensa invite a víctimas de la violencia a manifestar su exigencia de justicia.
Sucedió con Griselda Triana, (la viuda de Javier Valdez, periodista sinaloense), quien con palabra llana, encaró el riesgo de hablar ante la audiencia nacional en el objetivo de aclarar plenamente el crimen de su compañero.
Y el compromiso oficial inmediato, de que han de seguirse todas las líneas de investigación. Promesa que habrá de cumplirse con seguridad, porque de la verdad nace la confianza.
En los actos masivos no hay límites y la voz es de todos.
En más de una ocasión hemos observado cómo es que jóvenes principalmente, demandan apoyo para sacar adelante sus sueños. Y la invitación de AMLO para compartir la tribuna y el micrófono sin condiciones, como jamás había sucedido.
Y en cuanto a la crítica y ataques injustificados el presidente los acepta, aunque ejerce su derecho a réplica. Hecho que sorprende a la reacción y a sus adversarios, acostumbrados al manipuleo mediático y la adquisición de voluntades editoriales.
“Palabra del pueblo es palabra de Dios”, es máxima vigente en el régimen actual. Y nada detiene la voz social. Es otra de las grandes conquistas electorales de julio anterior.
“Estaré toda la vida en contra de lo que dices, pero defenderé hasta la muerte el derecho que tienes para decirlo”, frase atribuida a diversos pensadores que en el presente de la república encuentra enorme significado.
Y ni modo que sea invento.
SUCEDE QUE
Para este lunes anuncian la visita de Alfonso Cepeda Salas, encargado del SNTE en sustitución de “el renunciadito” Juan Díaz de la Torre, a quien dicho sea de paso, bastó la sombra de la
Gordillo para huir “con rumbo desconocido”, como dicen los reporteros novatos.
Viene entonces Cepeda Salas, como parte de “la cruzada” de reconciliación en las filas magisteriales que al parecer es su primer objetivo ante el empuje de la democracia sindical.
Es el mismo que al asumir el puesto, de inmediato ofreció el apoyo del SNTE respecto de la IV transformación, más o menos con el mismo entusiasmo con el que respaldó la mal llamada “reforma educativa” de Peña Nieto.
Por su parte a Rigo Guevara Vázquez no quedará más remedio que atenderlo como se debe.
No se excluye el espionaje de Enrique Meléndez Pérez y su tropa.
Y hasta la próxima.