El Vaticano, Italia.- El Papa Francisco encabezó hoy una liturgia penitencial, donde reconoció la culpa de los miembros de la Iglesia católica en casos de abusos sexuales en contra de menores de edad.
“Confesamos que obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos en la Iglesia hemos ocasionado violencia a niños y jóvenes, y que no hemos protegido a quienes más necesitaban de nuestra ayuda”.
La liturgia, se llevo a cabo en el marco del Encuentro sobre la Protección de Menores, que inició el jueves pasado.
Al acto, realizado en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano, asistieron cardenales, obispos, superiores de órdenes religiosas y demás participantes en la cumbre sobre abusos sexuales a menores, que concluirá mañana domingo.
“Hemos protegido a los culpables y hemos silenciado a los que han sufrido el mal.
“Confesamos que no hemos reconocido el sufrimiento de muchas víctimas, ni hemos ofrecido ayuda cuando la necesitaban”, admitieron los asistentes en la liturgia penintencial, informó la agencia de noticias católica ACI Prensa.
En la reflexión previa al examen de conciencia, el Papa Francisco señaló:
“Durante tres días hemos hablado entre nosotros y hemos escuchado las voces de las víctimas sobrevivientes, sobre los crímenes que los niños y jóvenes han sufrido en nuestra Iglesia”.
“Nos hemos preguntado ¿cómo actuar con responsabilidad y qué pasos debemos dar ahora? Pero para afrontar el futuro con ánimo renovado, debemos decir, como el hijo pródigo: ‘Padre, he pecado’”.
No más silencio
El pontíficie advirtió que se debe analizar con honestidad la situación.
“En nuestros países y en nuestras propias acciones”, y evaluar qué acciones concretas se requieren para las iglesias y para los miembros de las conferencias episcopales.
Durante la homilia, el arzobispo de Tamale, Ghana, monseñor Philip Naameh, admitió que han callado.
“Con demasiada frecuencia hemos callado, hemos mirado para otro lado, hemos evitado los conflictos, hemos sido demasiado petulantes para enfrentarnos a los lados oscuros de nuestra Iglesia”.
De este modo, “hemos derrochado la confianza depositada en nosotros, especialmente en lo que se refiere a los abusos en el ámbito de la responsabilidad de la Iglesia, que es ante todo nuestra responsabilidad.
“No debemos sorprendernos (…) si la gente habla mal de nosotros, si hay desconfianza hacia nosotros, si algunos amenazan con retirar su apoyo material. No debemos quejarnos de ello, sino preguntarnos qué debemos hacer de forma diferente”.
“Nadie puede eximirse, nadie puede decir: ‘pero yo personalmente no he hecho nada malo’.
“Somos una fraternidad, somos responsables no solo de nosotros mismos, sino también de todos los demás miembros de nuestra fraternidad, y de la fraternidad en su conjunto”, aseveró Naameh.