Hace sus buenos años cuando en Llera se recibía la llamada Semana Santa era muy común salir a pasear con la familia y para esto se reunía un grupo de personas que abordábamos un camión propiedad de don Héctor García Herrera y nos íbamos al río allá por el rumbo del poblado El Encino donde pasábamos generalmente el Jueves Santo para regresar a casa ya por la tarde.
Cada familia llevaba por separado su comida pero al momento de ingerirla todos nos juntábamos en torno a unos manteles que se colocaban a ras del suelo y en tanto la chiquillada se bañaba los hombres adultos se tomaban su cervecita pero sin llegar al abuso en tanto las amas de casa se dedicaban un rato a bañarse para después calentar los alimentos.
La orden era no comer nada hasta después del baño pues de no obedecer podíamos pescar una congestión estomacal.
Desde un día antes cada familia preparaba sus alimentos.
Nuestros trajes de baño era un trapo de tela en forma triangular y en cada punto tenía un listón que amarrábamos a la cintura y al cuello, las mujeres se bañaban con todo vestido pues aquellos años no existían los trajes de baño ni se les permitía enseñar ni siquiera el tobillo.
El gusto general para las mujeres era pasear en lancha en tanto que Los Señores aventarse su cervecita o su tequilita.
Era un ambiente familiar y muy amistoso.
Algo que se cuidaba mucho es que tanto los hombres como las mujeres se bañaran por separado pues era de mal gusto que lo hicieran juntos además que no era correcto.
Después de comer venia la siesta y finalmente el ultimo remojón.
El regreso era a las cinco de la tarde.
Todo mundo llegaba a casa cansado pero la hora de la cena no se perdonaba, después la familia acostumbraba sacar sus sillas y sentarse un rato sobre la banqueta hasta que daban las nueve o diez de la noche para irse a dormir.
En ese entonces y como no había planta de luz las veladas y bailes en el kiosco se alumbraban con lámparas de gas o petróleo a las que había que echarle aire para mantenerlas encendidas, operación que se repetía cada hora si mal no recuerdo.
Los bailes se terminaban a las once o doce de la noche y aquella persona que era sorprendida después de esa hora era detenida y encerrada en la cárcel municipal.
Cuidado de ser detenido un sábado porque entonces habría que esperar hasta el lunes a que el presidente municipal fijara la multa y lo dejaran salir de la cárcel.
Si no tenía dinero para pagar entonces eran tres días de arresto y obligado a barrer la plaza, la presidencia y las calles del pueblo.
Los juegos infantiles que se practicaban en aquellos años era La Roña, El Timbeis, Los encantados, El Trompo y Las Escondidas en tanto que las niñas solo se les permitía jugar a “las comiditas” y sin juntarse con los niños.
La ropa que se usaba para vestir tenía que estar bien almidonada y bien planchada.
Como podrán leer la vida era demasiada sencilla pero eso si a fuerza en cada baile o boda tenía que “haber un muertito” si no el baile no servía.
En fin así se estilaba vivir en los años cincuenta del siglo pasado pero éramos felices y nos divertíamos bastante.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.