Está por las nubes: El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), como marca, se encuentra bien posicionada y mejor identificada en el panorama electoral 2019.
Las encuestas que miden las dos principales contiendas que se realizarán el 2 de junio así lo indican: Morena lleva una ventaja arrasadora en la carrera por las gubernaturas de Baja California y Puebla.
Ambos estados son gobernados por el Partido Acción Nacional (PAN). Baja California es una entidad histórica para el blanquiazul: Fue la primera gubernatura que ganó. Eso sucedió en 1989, en el primer año del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuando se dio el primer paso en las urnas hacia la transición democrática del país.
Desde entonces, el PAN no ha perdido nunca la elección estatal. Su hegemonía lleva tres décadas, treinta largos años. Sin embargo, ahora las cosas son muy distintas: todos los sondeos indican que se topará con una estrepitosa derrota en el estado.
Una encuesta aplicada en febrero señala que Morena registra una preferencia electoral del 60 por ciento en Baja California. Es una ventaja abrumadora, aplastante, imposible de alcanzar.
Eso no es todo: el partido lopezobradorista estableció una coalición electoral con el Partido del Trabajo (PT), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el partido local ‘Transformemos’ (es la nueva versión bajacaliforniana del Partido Encuentro Social (PES) -que todavía quiere hacer trampa en los tribunales para mantener su registro nacional-.
Acción Nacional, el partido en el gobierno, no alcanza siquiera los 10 puntos porcentuales en las preferencias electorales en Baja California. La alta desaprobación ciudadana al gobierno de Francisco ‘Kiko’ Vega, que rebasa el 60 por ciento, le pasa la factura al panismo.
Algo que llama mucho la atención de esa encuesta, aplicada por las huestes morenistas, es la medición realizada en la contienda por la presidencia municipal de Tijuana: los distintos aspirantes morenistas prácticamente se ubicaban en el mismo margen de votación. Todos rondaban entre el 50 y el 60 por ciento de la intención del voto.
Es decir, la marca Morena se encuentra tan bien posicionada que los perfiles de los precandidatos no son tan decisivos en opinión de los encuestados. Este aspecto es muy interesante y, en cierta forma, atípico en las competencias electorales, sobre todo cuando son muy disputadas.
Otra encuesta, aplicada por la empresa Consulta Mitofsky, también otorga una holgada delantera al partido lopezobradorista en la elección por la gubernatura de Baja California: 53 por ciento de las preferencias. El PAN, por su parte, se ubica con un 14 por ciento, mientras que el PRI registra 11 por ciento.
Jaime Bonilla Valdez, candidato de Morena a la gubernatura bajacaliforniana, ya se siente triunfador. Está tan seguro de ser el próximo gobernador que el tema político de estas semanas en esa entidad fronteriza es que la gubernatura no sea de solo 2 años, como fue aprobada constitucionalmente en 2014, sino que se amplíe a 5 años, iniciativa que se encuentra en litigio y en espera de la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)… que parece responder de un tiempo a las fecha a las indicaciones provenientes de Palacio Nacional.
Para alimentar las sospechas de ‘los tejes y manejes’ por debajo de la mesa, hasta un buen número de los diputados locales del PAN parecen estar puestos y dispuestos para votar a favor de la propuesta morenista. ¿Qué tal? Pero bueno, esa es otra historia.
La marca Morena también se encuentra perfilada para ganar la gubernatura de Puebla. Un sondeo aplicado por el periódico El Universal indica que el partido lopezobradorista registra un 44 por ciento de intención del voto, 30 puntos porcentuales arriba de Acción Nacional, que cuenta con el 14 por ciento de las preferencias.
Lo más complicado para Morena en Puebla ha sido tratar de encauzar su proceso interno para elegir el candidato a gobernador, una selección que se ha sumergido en un pleito entre la presidenta nacional del partido, Yeidckol Polevnsky, y el líder de la fracción parlamentaria morenista en el Senado, Ricardo Monreal.
No obstante, el gran favorito para ser designado candidato a la gubernatura poblana es Miguel Barbosa (impulsado por Yeidckol), quien ya compitió por el cargo en la elección de 2018, batalla ganada por la panista Martha Erika Alonso, fallecida lamentablemente en un trágico accidente registrado la tarde del 24 de diciembre del año pasado.
Será hasta la próxima semana, el 19 de marzo, cuando se revele el resultado de la encuesta aplicada por Morena para seleccionar a su candidato a gobernador. Es posible que también se revelen los nombres de los candidatos morenistas a las 22 diputaciones locales de Tamaulipas.
Como se observa, la marca Morena se encuentra muy bien posicionada en el escenario de las dos principales contiendas electorales de este año: Puebla y Baja California, donde se jugarán las gubernaturas.
Faltan observar los resultados de encuestas aplicadas en Tamaulipas por empresas serias para ver cómo se mueven las tendencias en una entidad que también es gobernada por Acción Nacional y en la que el Movimiento de Regeneración Nacional registra una tendencia a la alza en el mercado de votantes.
Desde la perspectiva nacional, la elección tamaulipeca es la menos importante de 2019: solo se elegirán diputados locales, es decir, se votará por la renovación del Congreso del Estado. Se reitera: así es vista desde la óptica de la Ciudad de México, donde Puebla y Baja California captan la atención de la clase política y de los medios de comunicación.
Por supuesto, a nivel estatal, la elección por el Congreso del Estado es sumamente importante por el significado político que tiene: el PAN, partido en el poder, no se puede dar el lujo de perder el control del Legislativo. Eso, que no es poca cosa en el plano de la entidad, es lo que está en juego.
Y PARA CERRAR…
La marca Morena se encuentra tan bien posicionada que la tendencia, hasta el momento, es que los perfiles de los precandidatos no importan tanto. Ojo, mucho ojo con esto en el caso de Tamaulipas. Los morenistas, aunque no son conocidos por la clase política y por la ‘comentocracia’, pueden dar la sorpresa.