Nadie en su sano juicio exigiría que en cuatro meses el Presidente Andrés Manuel López Obrador resolviera totalmente el grave problema de inseguridad que afecta al país, pero los más de 30 millones que votaron por él y los 80 que no, lo menos que esperábamos era que las cosas no empeoraran, como han ocurrido.
Así es mis queridos boes, ha quedado demostrado que la inseguridad no se resuelve con discursos, ni siquiera con buenos deseos y voluntad, hace falta estrategia, equipo, policías, dinero, coordinación, pero sobre todo reconocer la magnitud del problema y esto aún no ocurre en el Gobierno de la Cuarta Transformación.
Y es que AMLO insiste, miente, oculta la realidad diciendo que la inseguridad se ha contenido, cuando los números de sus propios registros lo desmienten, tendría que reconocer que el suyo, ha sido el peor arranque, el más violento de los últimos 21 años; es decir desde que se lleva un registro.
Diciembre, enero y febrero, ya bajo la conducción de López Obrador han sido los más sangrientos de que se tenga registro, más homicidios dolosos, más secuestros, más robos y nada de eso se dice en las tediosas ‘homilías’ mañaneras del presidente.
No, no son datos de la oposición que pueda rebatir el presiente, ni de la ‘prensa fifi’ a la que sin argumentos descalifica, tampoco de los conservadores a los que parece odiar y cree que lo odian, son los números del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), los que revelan que México está mucho peor en materia de inseguridad que cuando gobernaba ‘la mafia del poder’.
De diciembre a enero, revelan los datos del SESNSP, en el país, ya con la 4T en marcha, se registraron 7 mil 266 homicidios dolosos, en perspectiva, eso significa 2 mil 763 homicidios dolosos más que en los primeros tres años del ex presidente Enrique Peña Nieto que registró 4 mil 503 casos de homicidio en su arranque.
El baño de sangre que López Obrador prometió parar, insisto, no solo no se ha detenido sino que se ha incrementado, lo que más allá de los números fríos, significa que en México con el nuevo régimen hay más huérfanos, viudas, madres desconsoladas y más impunidad.
Son números que contradicen desde luego la popularidad del presidente que ronda el 80 por ciento, el 90 por ciento dicen los más fanáticos, pero tal vez tenga que ver con la campaña permanente de AMLO en las mañaneras y desde luego a su falta de transparencia sobre la huella de sangre sobre la que avanza su 4T.
Porque, no solo en homicidios dolosos estamos peor, resulta que ahora que llegó AMLO a gobernar, también se han incrementado los secuestros en el país, tema que desde luego tampoco figura en la agenda del presidente.
Miren el mismo SESNSP (cifras oficiales) indican que en lo que en los primeros tres meses de AMLO gobernado, se han registrado 390 casos de secuestro; 51 más que los 349 que se registraron en el mismo periodo de Peña Nieto.
AMLO: diciembre 120 secuestros, enero 142 y febrero 128; no, el problema no se ha contenido, avanza, escala, sin que se asome una estrategia para acabar con este flagelo.
No es de lo único que puede presumir la 4T en materia de inseguridad, porque también el robo está a la alza en el país desde que llegaron los morenistas y aliados al mando.
El Secretariado informó que en el primer trimestre con AMLO se registran 187 mil 39 carpetas de investigación por robo en México, mientras que en el primer trimestre de Peña Nieto se registraron 167 mil 252.
Señores, de esto es de lo que tendríamos todos que estar hablando, esto es lo que todos, chairos y fifis tendríamos que estar reclamando y no si López Obrador se quiere reelegir o no, porque está bien claro que eso lo prohíbe la Constitución.
La muerte de miles de inocentes, del secuestro de cientos de ciudadanos esforzados, del robo del patrimonio de miles de familias es de lo que todos tendríamos que estar al pendiente y exigiendo resultados, los resultados que nos prometieron, ni más ni menos.
En cambio, la opinión pública está mareada con las ‘homilías’ mañaneras en las que se acusa al pasado, se ofende a los que no piensan como él y se oculta la realidad del país.
Nos perdemos en las estupideces de la Senadora Jesusa Rodríguez comparando a las mujeres con animales, a la mariguana con el clítoris y a las galletas oreo con la cocaína.
Por favor, a este país le urge entrar en una discusión más productiva, basada en datos, sustentada en propuestas, buscando consensos y no atizando a la polarización como ahora ocurre.
Creo, aunque algunos se ofendan, que con el rumbo que lleva México y con los números de sangre de la 4T, López Obrador no será ni remedo de Don Benito Juárez con quien se quiere y lo quieren comparar, acabará, sino se pone las pilas más vapuleado que Santa Anna, Salinas o el propio Peña Nieto.