Palabra, cómo ha cambiado la ciudad capital de Tamaulipas y lo digo porque allá por la mitad del siglo pasado en que llegué a cursar mi secundaria y preparatoria en la otrora orgullosa Escuela Secundaria, Normal y Preparatoria de Tamaulipas, era todo lo contrario a los tiempos de hoy.
La ciudad se extendía desde la calle Carrera Torres hasta la Colonia Guadalupe Mainero y desde el veintidós hasta el cero Morelos donde se encuentra el panteón.
En la Mainero, en la Alianza y en el Parque Méndez eran donde por cierto se realizaban animados bailes con sonido y orquesta, entre éstas la más famosa era la de Nacho Zamora, misma que por varias ocasiones animaba los bailes que se realizaban frente a la presidencia municipal de Llera, en el campo deportivo “José Soto Acuña”, en el Kiosco y en algunas comunidades rurales.
Hoy parece ser que las orquestas han desaparecido para ser sustituidas por los grupos de sonido y uno que otro conjunto norteño.
Antes se bailaba de cachetito y con los cuerpos bien arrejuntados, despacito y con mucho arte aunque en ocasiones se ponían más animados cuando se trataba de una polka, chotis o redova.
Hoy según observo son más moviditos y separados, la pareja es frenada con la mano izquierda que coloca la dama en el hombro izquierdo del varón como queriendo decir “nomás no te pases”.
En fin qué tiempos aquellos en que de repente se paraba en medio de la pista una persona para gritar a todo pulmón y con voz fuerte “eyyyy familia, danzón dedicado para la hermosa señorita….. que hoy engalana este baile”.
La muchacha toda ruborizada daba las gracias con su mejor sonrisa.
Después de esto la misma persona volvía a gritar “que siga el baile”.
Y el baile seguía.
Antes el varón invitaba a la dama a bailar, hoy son estas las que toman la iniciativa.
Antes la muchacha era acompañada por la mamá y esta autorizaba si podía bailar o no la hija, por supuesto con el previo permiso del jefe de familia.
El alumbrado público se apagaba a las doce de la noche previo al “apagón” quince minutos antes a fin de dar oportunidad a la asistencia de llegar a casa.
Después de las doce de la noche quien fuera sorprendido en la calle era detenido por la policía y encerrado en la cárcel municipal hasta el lunes que llegaba el alcalde y pedía al jefe de la policía que le pasara a su despacho los detenidos uno por uno donde valorizaba y cobraba la multa.
Si el detenido no traía dinero para cubrir la multa en castigo lo ponían a barrer la Presidencia, la plaza y las calles.
Por supuesto que a los presos no les daban de comer.
Era la familia quien les llevaba de comer y les daban agua.
Recuerdo bien que la cárcel era un pequeño cuarto de sillar con una reja de ébano como puerta, las paredes tenían alrededor de medio metro de gruesas y las necesidades fisiológicas ahí adentro las hacían. En fin era una cárcel muy pero muy a la antigüita.
El que salía no le quedaban ganas de regresar.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE