* El columnista es autor de las novelas “Erase un periodista” y “Rinconada, la historia prohibida del maestro Ricardo”, y Premio Nacional de Periodismo 2016.
Los neo porfiristas y sus voceros realizan la parte negativa en el proceso anticorrupción emprendido por el supremo gobierno: prefieren atacar a AMLO (en ocasiones por motivos mínimos), que colaborar en la cruzada más importante a favor de la república.
En efecto, los grupos conservadores pretenden desviar la atención sobre temas que ofendieron a los mexicanos, perdiéndose por intrincados caminos sin otro sentido que echar tierra sobre la inmoralidad de los regímenes neoliberales.
Algunos medios y sus “analistas”, dedican buena parte de sus espacios para poner en entredicho al presidente de México, procurando crear confusión y más que eso, convirtiéndose en partícipes de un pasado que, entre otras “hazañas”, dejó en bancarrota al país, entregó los recursos naturales al capital extranjero e hipotecó la soberanía nacional.
Pruebas van y vienen sobre casos de corrupción oficial durante sexenios anteriores, que los medios prefieren ignorar, a pesar del cuantioso saqueo a las finanzas públicas y del patrimonio natural, que multiplicó la pobreza cuantificada ahora mismo, en las dos terceras partes de la población, al margen de otros sectores degradados por la hambruna y calidad de vida trasladada a la época de las cavernas.
Fue tanta la indignación pública en este último caso, que obligó al régimen de EPN a crear programas especiales para simular auxilio a los más marginados, programas que al final de cuentas solo sirvieron para generar más inmoralidad.
A los medios de comunicación ni a sus “analistas” ni reporteros a modo, tampoco importa el prestigio personal de los principales protagonistas de la corrupción. A estas alturas, ¿qué puede significar la estatura moral de Rosario Robles, Emilio Lozoya o Gerardo Ruiz Esparza, por ejemplo, cuando lo importante es crear cortinas de humo sobre el pasado inmediato?.
A AMLO lo atacan por errores fácilmente reparables, sobre todo relacionados con cifras no actualizadas a tiempo. Dentro lo último está la equivocación de expendios de combustibles, que no tiene mayor importancia que enmendar la plana en tiempo y forma.
Olvidan que por lo contrario de otros presidentes que se creían dioses, AMLO sigue siendo humano y por lo tanto, expuesto a errores.
De manera que temas para golpear no les faltan. Bien aprovecharon la insolencia del periodista Jorge Ramos, quien groseramente increpó al presidente de México, haciendo a un lado el respeto y las buenas costumbres propias de cualquier comunicador que en verdad pretenda servir a la sociedad, anteponiendo su profesionalismo sobre intereses particulares o empresariales.
A este asunto bien que sacaron provecho, mal interpretando expresiones de AMLO en cuanto a que los periodistas excedidos o abusadores de su papel, serían puestos en su lugar por la propia sociedad, al igual que a cualquier funcionario.
Las palabras presidenciales fueron tendenciosamente interpretadas como virtual amenaza del gobierno, cuando en realidad se trata de defender y aun impulsar la libertad de expresión, sin mayor límite que el que se imponga el propio comunicador.
Referido a Jorge Ramos y en opinión del columnista, su exagerado protagonismo lo acerca al ridículo que le resta credibilidad y disminuye su calidad al desvirtuar la delicada tarea social que le toca desempeñar.
En concreto, los grupos conservadores y sus voceros, “ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio”. Y ni modo que sea invento.
¡CASTIGO SÍ, OLVIDO NÓ!
En honor precisamente a la libertad de expresión, es que este escribidor insiste en su desacuerdo con el gobierno morenista en cuanto a perdonar a quienes ejercitaron a plenitud la corrupción.
Perdonar tiene que ver con impunidad. Y esto no lo merece el pueblo mexica, principal víctima de la deshonestidad oficial.
Si en otras naciones latinoamericanas donde se supone menor desarrollo político, enjuician y encarcelan a ex funcionarios corruptos, incluso a capitanes empresariales, ¿porqué no ha de suceder en México dónde el daño socio-económico ha sido de proporciones incalculables?.
No basta señalar casos, es necesario actuar en consecuencia. De otro modo significaría una ofensa más.
¿Acaso no es una burla que los responsables de la corrupción disfruten lo mal habido lejos del largo brazo de la justicia, “como si hubieran hecho una gracia”?.
Ojo, que la lucha contra la corrupción podría quedar en mero discurso si no existe decisión de dar el paso más importante. Es decir, llevar ante los tribunales a los culpables.
El mundo lo aplaudiría, pero más que eso, los mexicas rescataríamos la dignidad puesta en riesgo por un grupo de saqueadores sin escrúpulos, cuya patria solo es el dinero y los negocios a la sombra del poder.
AMLO repite: “Perdón, pero no olvido”. Yo digo y sostengo que si lo pone a consideración pública, como lo ha prometido, la mayoría responderíamos: “¡ni perdón ni olvido, sino ejemplar castigo!”.
SUCEDE QUE
“Arde Paris”. Nunca fueron más actuales las escenas de aquella película de la resistencia contra los alemanes durante la segunda guerra, ahora relacionadas con la dolorosa destrucción de “Notre Dame”, patrimonio de la humanidad a la que el columnista tuvo oportunidad de rendirse con devoción y humildad ante esa gran obra de talento y fe en diversas ocasiones.
¿Cómo es posible que no la protegiera el gobierno globalista, conservador y poco sensible a los llamados del espíritu?.
Gran culpable ese presidente necrófilo que ahora esconde su vergüenza bajo las faldas de su abuela-esposa.
Que Dios lo perdone.
Y hasta la próxima.