Tijuana .-En la Avenida Revolución hubo pocas cebras falsas, es decir, esos burros pintados que engañan a quien quiere ser engañado para fotografiarse con ellos. “Lo que pasa es que hoy viene López Obrador y cerraron varias calles”, explicó José Vicente, un jarocho que imita a Juan Gabriel en la Plaza de Santa Cecilia. “Viene a festejar”, agregó “El zopilote encuerado de Mexicali”, un payaso que canta corridos, Lo dijo aprisa: sobre la Avenida Revolución ya venía una marcha.
“¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!”, gritaban diputados federales y locales. Mario Delgado, el líder de la bancada de Morena, a la cabeza. “Estoy aquí apoyando al pueblo de México y al Presidente López Obrador porque se logró un acuerdo histórico, un acuerdo que sorteo muy bien una crisis diplomática y política”, añadió Gerardo Fernández Noroña, del PT. “¿Sí se pudo!”, gritaba, el puño en alto, como si hubieran recuperado el territorio del otro lado de la frontera.
Unos diputados decían que eran 300. Delgado, que 200. Dieron vuelta sobre la Calle Dos, en el cruce con Constitución estaba el templete donde el Presidente iba a festejar el acuerdo alcanzado un día antes con Donald Trump. El estadounidense deja de amenazar con aranceles a México que aceptaba reforzar la seguridad contra la migración. ¿No es esto aceptar las condiciones de Trump de que México sea el tercer país seguro?
“Es distinto”, respondió Delgado.
“¿Pero por qué es distinto?”, se le insistió.
“Pues es muy distinto”, añadió, fastidiado.
Otras cosas no estaban muy claras tampoco. López Obrador había convocado a un “Acto de Unidad en Defensa de la Dignidad de México”. Pero el viernes Trump presumió lo que México había aceptado, y el tabasqueño anunció un festejo. No quedaba claro: el anuncio en el templete decía que era un acto de defensa.
La gente se arremolinó junto a la de las cebras. Cuatro horas antes ya estaban formados los ancianos, un poco perdidos sobre las razones del festejo. “Yo vine porque a mí tampoco me ha llegado mi ayuda”, dijo Alicia Rivera. Los que sí sabían eran los del Sindicato Nacional de Trabajadores del Sector Salud, que hasta cachuchas repartieron.
Tampoco el programa del acto estaba claro. Lo soltaron una hora antes del mitin y parecía priista. Hasta el líder de la CTM, Carlos Aceves, y el de la CROC, Isaías González, aparecían como oradores antes del Presidente. Al final ni llegaron y Aceves fue renombrado como Carlos Acevedo.
Arribó López Obrador de mejor ánimo que un día antes. Cruzó dos calles repletas de sus seguidores. Allá las banderas con la imagen del líder de los mineros Napoleón Gómez Urrutia, más acá la muestra de Tijuana como concentración nacional de migrantes: “Acolman Teotihuacan Presente”. “Primero México. FETSE”. Las mismas frases de campaña: “AMLO no estás solo”. “¡Es un honor estar con Obrador!”.
Morelos, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Francisco Madero y Lázaro Cárdenas en la mampara del templete. Cinco, sobre los colores de Morena. Sentados frente a ellos 35 –31 hombres, 4 mujeres-, políticos, salvadores de la Nación. Eran 35, aunque el maestro de ceremonias mencionó a 45, 26 gobernadores. El programa indicaba que el Canciller Marcelo Ebrard sería el penúltimo en hablar, pero fue el primero.
“Vengo llegando de Washington y si me notan un poco cansado es porque estuvimos muchas horas trabajando para tratar de evitar, como finalmente se logró, que nos impusieran tarifas a México el día lunes”.
Bravos y vivas y “¡eso es todo Ebrard!”. El Canciller dijo que se evitó el Armagedón. “No hay tarifas, Presidente, y salimos con la dignidad intacta.”, dijo.
Aplaudieron entre su público Ricardo Monreal, Claudia Sheinbaum, los gobernadores de Durango, Estado de México, Nuevo León, el líder del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Lomelí. No fueron todos los invitados, sobraron sillas, pero ahí estaba el Padre Solalinde y hasta el representante de la comunidad evangélica, Arturo Farela: “Damos gracias a Dios, el que hizo el Cielo y la Tierra, porque Dios puso orden tanto en el gobierno estadounidense”, comentó.
Calor y frío, un viento helado a cuatro cuadras de la frontera. Empujones en una esquina. Muchos Siervos de la Nación, el equipo presidencial que parte y reparte los programas sociales, tratando de controlar la invasión de los desesperados seguidores de AMLO. Por fin el Presidente hablando de la historia de la relación con Estados Unidos. Que en 1993, con Carlos Salinas de Gortari, se firmó el Tratado de Libre Comercio. “Uno de los principales bloques económicos del mundo”. No mencionó a Salinas, pero quizás no ha habido otro reconocimiento tan claro a su enemigo ni el neoliberalismo.
Envalentonado, le reconoció a Trump su disposición al diálogo: “Por eso no le levanto un puño cerrado, sino una mano abierta y franca”. ¿Qué si se ganó? ¿Qué si se perdió? ¿Que si en Tijuana todo es falso hasta las falsas cebras? El Presidente resumió el pacto a su manera. “Es sencillo de comprender: el lunes ya no van a haber aranceles, no va a haber impuestos, no va a haber crisis económica”. El lunes.