El PRI de Tamaulipas; ese de Yahleel Abdala y Roberto González Barba, peleados a muerte, no solo perdió el domingo ante pasado todas las diputaciones de mayoría en juego, no solo cayó a un vergonzoso tercer lugar en el Estado, sino que perdió más de 30 millones de pesos para su funcionamiento en el 2020.
Así es mis queridos boes, el tricolor por el que se han carteado Abdala y González Barba, está destinado a ser un instituto muy pobre, que apesta y apesta a muerto, tanto que hoy no tiene un solo benefactor que quiera invertirle dinero para que se pueda levantar.
Los que han hecho proyecciones sobre las prerrogativas que recibirán los partidos en Tamaulipas que mantienen el registro, coinciden en que el gran perdedor es el PRI, al quedarse con mucho menos de la mitad de los recursos que este año todavía recibe.
Más claro: este año el PRI cuerudo recibe 4.4 millones de pesos al mes, mientras que para el 2020 solo va a obtener 1.7 millones; serían más de 2.7 millones de pesos menos, que en suma superan los 30 millones al año que se les fueron en las urnas este 2019.
Y es que el PRI no logró convencer ni siquiera a 90 mil tamaulipecos para que votaran por alguno de sus 22 candidatos a diputados locales, lo que le relegó al tercer sitio de la votación general y tendrá que conformarse con llevar diputados plurinominales al Congreso local; podrían ser cuatro.
¿Qué significa para el PRI de Tamaulipas volverse un partido pobre, como lo será?, muy sencillo, va a tener que hacer algo con la nómina en todo el Estado, porque podría caer en la insolvencia para poder cumplir con el pago de nómina.
Va a tener incluso que cerrar algunos comités municipales, dejar edificios y amontonarse en unos cuantos, porque el pago de energía eléctrica, agua, internet y los gastos de mantenimiento se los pueden comer.
Obviamente, ahí ya no habrá para aceitar la maquinaria electoral, esa que se usa para garantizar votos, para mantener líderes de colonias, seccionales y modulares, además de opinadores que empujen sus intereses en medios informativos.
Se tendrán que acabar viáticos abultados, viajes sin justificación y desde luego el pago de lo no indispensable.
Se escucha sencillo, pero no lo es, Yahleel y González Barba, una dirigente estatal y el otro ex dirigente municipal de Tampico y 52 años de militancia, lo saben, porque los aplausos en los eventos del PRI cuestan, las batucadas cuestan, las protestas contra los enemigos políticos cuestan y en la desgracia política como en la que está el tricolor cuestan mucho más.
Me refiero a que el PRI sabe que nunca una lider de Colonia o dirigente gremial se les va a pagar en sus eventos con su gente a cambio de nada, porque el tricolor de por estas tierras ya no tiene nada que ofrecer, nada ahora en lo inmediato y nada en el mediano plazo.
Porque si con 4.4 millones de pesos al mes para operar este año no lograron mantenerse unidos y ser una oferta atractiva el domingo 2 de junio, con 1.7 millones en el 2020 y tal vez lo mismo en el 2021, mucho menos van a lograr levantar el interés de los que mueven a la gente.
Y encima de todo eso, Yahleel y González Barba intercambiando cartas el uno contra el otro, como si hubiera por qué pelearse en el PRI estatal.
El tampiqueño le ha exigido a la dirigente y diputada plurinominal electa que renuncie, pero que antes de un informe de los cómos y en qué se gastó la lana del PRI, además de llamarla ‘impuesta’.
Ella por su cuenta le reprocha el resultado en Tampico, donde igual que en el resto de Tamaulipas perdieron, le recuerda que ella es una joven impetuosa y de amor total al partido y le acusó de proteger al alcalde de Tampico y abandonar el barco en la campaña.
Se dijeron mucho más, el tema aquí es que con esos desfiguros que hacen Yahleel y González Barba a lo único que invitan a los que todavía quedan en el PRI estatal es a irse.
Ahí debería verse Enrique Cárdenas del Avellano, al que los que saben le ubican como sucesor de Yahleel, luego de que se asegura aceptó ser el representante de Alejandro Moreno Cárdenas, candidato del PRI a la dirigencia nacional tricolor y quien una vez ganado le daría el espaldarazo para entregarle la dirigencia estatal.
¿Qué?, si, es lo que se dice ahoga en las mesas de la grilla capitalina, que Quique Cárdenas ya se alista para el PRI estatal.
¿Ya le habrán dicho al ingeniero que dinero casi no va a haber, que operadores ya no hay, qué problemas financieros y de personal hay bastantes, que al PRI ya no hay gobierno estatal que le pague secretarias, la luz, papelería y viáticos como cuando él estuvo ahí en los tiempos de TYR?
¿Ya le habrán dicho que ahora no se podrán recibir millones de pesos como inversión para las campañas a las alcaldías, con la promesa de que llegando al poder esos recursos se pagaban con creces, porque nadie querría meterle a candidatos que seguramente perderían (en el 2021)?. Sino le habían dicho pues ya lo sabe. Si es que va al PRI, va a una ubre seca, a la que no hay nada que sacarle.