Leo en El País un texto de Mario Vargas Llosa, con una larga explicación sobre un evento cultural que lleva su nombre y en el cual no participó el 50 por ciento de mujeres, al frente, en el panel, el retrato de los literatos sale como un club de Tobi, lo que fue duramente criticado en la prensa internacional, a esto el Premio Nobel de Literatura 2010, responde que sí fueron invitadas más mujeres para exponer sus aportes, pero unas cancelaron de última hora y otras desestimaron la invitación.
El artículo del diario español se titula “Nuevas inquisiciones II” y advierte que “el feminismo corre el peligro de pervertirse si opta por una línea fanática, de la que hay, por desgracia muchas manifestaciones recientes y reemplaza el afán de justica con el resentimiento y la frustración”. En opinión del novelista resulta irrito la búsqueda de una paridad igualitaria y aritmética en las letras, porque el único criterio para la participación de hombres y mujeres debe ser el de la excelencia literaria, “nada sería tan ofensivo para las mujeres que ser invitadas a las conferencias como bultos o números”.
Comparto la opinión de Vargas Llosa porque efectivamente, los movimientos feministas en Estados Unidos, España, Francia, Argentina o México cada vez son más intensos y pueden rayar en excesos, lo que debemos estar buscando es la plena igualdad en derechos humanos, así a secas, que hombres y mujeres sean respetados por ser seres humanos, ni más ni menos, reza una campaña de colectivo mexicano.
Sin embargo, las exigencias sobre más cancha en lo laboral, en lo político y en lo público nos hacen alcanzar más espacios, por decreto y en las leyes, pero la realidad sigue siendo otra, la misma, en la familia, en lo social, la religión y las costumbres nos anclan al “suelo pegajoso”, entonces no todas se desarrollan profesionalmente con excelencia para poder alcanzar o superar los niveles de un masculino que si dedica todo su día a la superación personal.
La desigualdad, que no es una guerra de sexos, prevalece y es utópico pensar que desaparecerá porque lo establece una ley, justo ahora que por mandato constitucional existe la paridad política y la igualdad de número de puestos gubernamentales para hombres y mujeres, tenemos que afrontar el reto de no ser un mueble más, una planta de ornato en la oficina o un número que ajuste en la estadística.
En Boca Cerrada
Y así como de ornato, nos intenta representar la televisión mexicana en un concurso de belleza que denomina “Mexicana Universal”, la segunda televisora con más audiencia en el país, retrata a las más “bonitas” de todos los estados, ahora con un ingrediente extra, su historia de vida, con un drama que superar a cualquier reallity show, hablan de violaciones, abusos y hasta secuestros que han sufrido las participantes, todo enmarcado con bailes y bikinis, banalizando los temas que más duelen a la sociedad. En la exposición de las “miss”, igual que antes, todo se vale, por ganar más audiencia y dinero.