El hundimiento del PRI en Tamaulipas, es responsabilidad de muchos, pero hay un hombre en particular que trabajó y operó deliberadamente para hundirlo, y este es Egidio Torre Cantú.
Cuando Egidio, ya ungido como gobernador constitucional de Tamaulipas tuvo su primer encuentro con Felipe Calderón en Los Pinos, lo primero que le preguntó fue quién mató a su hermano Rodolfo. El perverso presidente panista le respondió que los asesinos estaban entre los mismos priistas, que no perdiera el tiempo, que los buscara entre ellos. Egidio, regresó de ese encuentro envenenado, cargado de odio contra todo el priismo y los rodolfistas, por eso, a todos los persiguió y los despreció; al partido lo dejó al garete, sin dinero y con una dirigencia sin autoridad como la que ejerció Lucino Cervantes.
La venganza de Egidio se cumplió al entregar el poder comprando además un bono de inmunidad para que la vara de la justicia no lo alcanzara a pesar de existir elementos para llevarlo a la cárcel.
Si el PRI como partido quiere una oportunidad para volver al protagonismo, dicen los mismos priistas, lo primero que debe hacer es evitar que a la dirigencia estatal llegue alguien ligado al exgobornador. Sergio Guajardo y Yalheel Abdala, todavía fueron una extensión de la maldición egidista y llevaron al partido a la penosa situación a la que se encuentra.
Por eso cuando irrumpe en redes sociales la figura de Enrique Cárdenas del Avellano, asegurando que es “un buen priista tamaulipeco” y que afirma: “VOY por la presidencial Estatal del PRI”, despertó más comentarios positivos que negativos, incluso, no faltó quien dijera que es por lo menos el menos peor que tiene el PRI para revivir. Enrique no es un político con grandes prendas intelectuales, ni posee argumentos discursivos que impacten y muevan a la masa tricolor, pero sí está desvinculado del “egidismo”.
Enrique Cárdenas fue alcalde de Victoria, pero no terminó su periodo y se fue a dirigir el PRI en el sexenio de Tomás Yarrington, y quien terminó su trienio fue Egidio Torre, pero con el tiempo, Enrique se distanció de los Torre, sobre todo cuando Eugenio Hernández decidió que el candidato a gobernador fuera Rodolfo Torre, y tras su asesinato, Egidio. Enrique tiene los argumentos para despreciar políticamente al egidismo, de ahí que para todos los priistas, reúne el requisito número uno para aspirar a la dirigencia estatal: estar alejado de Egidio.
Ahora le falta otros dos más: Armar un discurso de oposición real al régimen azul que sacuda la modorra priista y lo coloque en la lucha del 2021. Y que busca patrocinadores que le metan dinero al PRI, porque sin recursos, el partido es nada.
Podrán salir otros aspirantes a la dirigencia, pero el nombre de Enrique pesa y es difícil que alguien con discurso y propuestas novedosas surjan en el camino, de ahí que el también empresario radiodifusor puede desde hoy perfilarse a la dirigencia, incluso, son tantas sus posibilidades de ser, que no depende quien llegue a la presidencia nacional del partido.
¿Que sí Enrique Cárdenas, es la mejor carta para el priismo de Tamaulipas?, preguntarán. La respuesta es afirmativa. Dependerá de él rodearse de los priistas indicados para poner de nueva cuenta a su partido en la agenda electoral. Si logra ir y sumar a los priistas auténticos puede que lo logre. Tiene todo para hacerlo, porque también muchos coinciden que éste es el último tren para Enrique y para el PRI en Tamaulipas.