Después de la fría elección del pasado 2 de junio en la que, a nivel estatal, el PAN arrolló con un virtual carro completo a Morena y al resto de la oposición, el próximo proceso electoral será, tal como dicta el manual y la perspectiva, una contienda que pinta para ser muy diferente.
Como suele suceder en cada elección, las condiciones y las circunstancias serán muy distintas. Los factores y las variables estarán muy ligados a la escena nacional. El contexto será otro. El nombre del juego cambiará.
Para comenzar, la elección 2021 representará la gran prueba de fuego para el presidente Andrés Manuel López Obrador y su pretendida (¿y fallida?) Cuarta Transformación al llegar a la mitad de su sexenio.
En ese examen en las urnas, AMLO va a hacer todo lo que se encuentre en sus manos para mantener su amplia hegemonía en la Cámara de Diputados (la iniciativa de reforma electoral es clave en ese objetivo), donde Morena cuenta actualmente con 258 diputados federales, mientras que sus aliados PT y PES (partido que ya desapareció, pero que tiene presencia parlamentaria) suman 29 y 28 legisladores, respectivamente.
Por su parte, la oposición tratará de recuperar espacios en el Congreso de San Lázaro a fin de frenar las iniciativas de las reformas constitucionales que se emitan desde Palacio Nacional. La guerra por la Legislatura se pronostica cruenta, ruda, áspera. Es la lucha por el poder. Hay mucho en juego.
La elección 2021 cuenta con un ingrediente más que especial que despertará la pasión en el escenario político nacional: 15 gubernaturas estarán en juego en las urnas. Con el ajuste constitucional para que las elecciones estatales se empaten con las federales, en dos años más se jugará la mayor cantidad de gubernaturas en la historia política contemporánea de México.
De esas 15 gubernaturas, más de la mitad, 8, están en manos del Partido Revolucionario Institucional: Colima, Guerrero, Sinaloa, San Luis Potosí, Sonora, Campeche, Zacatecas y Tlaxcala.
Por las maltratadas condiciones en que se encuentra su marca y su logo ante la sociedad, el priismo no puede darse el lujo de perder esos gobiernos estatales. Si pierde, el tricolor difícilmente se convertirá en una alternativa política rumbo a las elecciones presidenciales de 2024.
Acción Nacional, por su parte, tiene en su poder 4 de esas 15 gubernaturas: Chihuahua, Querétaro, Nayarit y Baja California Sur. La entidad chihuahuense destaca por las aspiraciones de llegar a la presidencia de la república del gobernador panista Javier Corral, quien en 2018 no pudo evitar que Morena y sus aliados ganaran 14 de las 33 diputaciones locales.
Destinado a desaparecer, el PRD gobierna Michoacán con el desacreditado y devaluado Silvano Aureoles. A dos años de la elección, sólo un milagro evitaría que el perredismo perdiera el estado. Por razones históricas e ideológicas (es la tierra del cardenismo), AMLO y Morena tienen en la mira esta gubernatura.
Si bien en un inicio serían 14 las gubernaturas en juego en 2021, la decisión final de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de que el gobierno de Baja California electo el pasado 2 de junio tendrá un periodo de sólo dos años, ésta entidad volverá a ir a las urnas.
Ganada de manera aplastante con el 50 por ciento de los sufragios por Jaime Bonilla, candidato de Morena, la gubernatura de Baja California se disputará una vez más en la crucial elección que se escenificará a la mitad del mandato de Andrés Manuel López Obrador. Es, por cierto, el único gobierno estatal -de los 15 que se disputarán- bajo el control de la 4T.
Una gubernatura más estará en juego y es estratégica por su relevancia económica y política en la zona norte del país: Nuevo León. En 2015, el fenómeno de ‘El Bronco’, postulado como candidato independiente, arrolló en las urnas y se convirtió en gobernador.
Ya en el gobierno, como suele suceder con las figuras que ascienden al poder debido al hartazgo social, las expectativas rebasaron y aplastaron las ocurrencias de Jaime Rodríguez Calderón, un ex priista que hoy es visto como una triste caricatura de la tragicómica política mexicana. En el futuro, ‘El Bronco’ será recordado como un ‘accidente’ de la historia electoral en uno de los estados más prósperos del país.
En la elección de 2018, el Congreso de Nuevo León y los 51 Ayuntamientos del estado estuvieron en disputa. La lucha por las diputaciones locales favoreció ligeramente al PAN, que se llevó 16; mientras que Morena, junto con sus aliados PT y PES, sumó 15. El PRI, como en todo el país, está en la lona, aunque ganó la alcaldía de Monterrey en un proceso extraordinario.
Las más recientes encuestas -entre ellas, la publicada por el influyente periódico El Norte-, indican que el joven y controvertido senador Samuel García, del Movimiento Ciudadano, encabeza la carrera por la gubernatura de Nuevo León que se disputará en 2021. Si a eso se suma, la posibilidad de una alianza electoral con el PAN, el triunfo prácticamente lo tendría en la bolsa.
Otro factor a favor del Movimiento Ciudadano en tierras regias es el proyecto político en ascenso de Luis Donaldo Colosio Riojas, el hijo de Luis Donaldo Colosio, el candidato presidencial asesinado en Lomas Taurinas en marzo de 1994. El hijo de Colosio es actualmente diputado local. En caso de postularse como candidato a una diputación federal para emerger en el escenario nacional, esos votos colosistas catapultarían a Samuel García a la gubernatura.
En otras palabras, será muy difícil que Morena gane Nuevo León aun y cuando su candidata fuera Tatiana Clouthier. Alfonso Romo, supuesto jefe del gabinete pejista, ni siquiera despunta en los sondeos. Los errores cometidos en materia económica por la presidencia de Andrés Manuel López Obrador son muy mal vistos por el sector empresarial de la zona metropolitana de Monterrey y, seguramente, se los van a cobrar en las urnas en 2021.
Como se observa, la elección 2021 será muy distinta al proceso electoral del pasado 2 de junio, donde sólo se jugaron 2 gubernaturas. Será una elección que definirá, en alto porcentaje, el rumbo que tome la segunda mitad del sexenio de ‘El Peje’. Por un lado, estará la pelea por alcanzar la mayoría de la Cámara de Diputados. Pero también será sumamente estratégico, en materia territorial, obtener la mayor cantidad de gubernaturas… a fin de perfilarse con posibilidades de triunfo en la elección presidencial de 2024.
En ese contexto, variopinto y de múltiples y combativos frentes, la contienda local tamaulipeca -en donde se volverá a disputar el Congreso del Estado, pero ahora junto con las 43 presidencias municipales-, no será determinante en el escenario nacional, pero sí será muy relevante para la siguiente elección local, la que se realizará en 2022, cuando se juegue la gubernatura de Tamaulipas.
Pero… esa será otra historia… cuyo contexto contará con otras condiciones y circunstancias muy distintas.