Si estos, los que están en turno, no visitan los pueblos, es que el Estado les vale una pura y dos con sal, pues prefieren quedarse en casa e irse a otras ciudades a divertirse y pasar un buen fin de semana.
Sobre los senadores y diputados federal y estatal es mejor no hablar, pues por lo general sólo se dejan ver cuando andan de candidatos y donde prometen venir muy seguido, pero solo son palabras y más palabras, porque la realidad es otra.
Por supuesto que no me refiero solo a Tamaulipas, pues en otras entidades del país no curten mal las baquetas.
Esta causa, que sumada a otras es que los pueblos ya no creen en sus gobernantes y es la razón por las cuales los resultados en las votaciones van a la baja.
El tiempo favorece este fin de semana, por lo tanto Llera los espera con los brazos abiertos, donde podrán disfrutar de las frescas y cristalinas aguas de los ríos Sabinas y Guayalejo, por lo tanto salga de su casa acompañado de su familia y déjese caer por el primer pueblo fundado por mi compadre José de Escandón y Helguera, donde podrá visitar la primera casa donde habitó mi compadre José de Escandón y Helguera antes de iniciar lo que vendría a ser Tamaulipas.
A propósito: invitamos a la población civil como a sus autoridades para que aprovechen el Kiosco de la Plaza Miguel Hidalgo para instalar los fines de semana una refresquería y algunos Juegos infantiles donde la gente pueda disfrutar de una agradable tardeada sin olvidar la presentación de algunos artistas locales que le pondrían, como luego suele decirse, sabor al caldo, en fin: el ayuntamiento tiene la última palabra.
Para concluir con el trabajo de este día, vaya la siguiente leyenda, historia o decir de la gente de antes:
Cuando Llera era un pueblo chico compuesto de cinco calles cortas y un kiosco de un solo piso y sin barandal, con cuatro andadores y algunos frondosos árboles solían instalarse algunos juegos infantiles para darle sabor y alegría al mencionado lugar, razón por la cual resultaba perfecto para que ahí se instalaran Las Ferias donde las familias se daban cita para bailar aquellas viejas canciones como la Jesusita en Chihuahua o valses como Morir Soñando o danzones como Si Juárez no hubiera muerto.
Eran tiempos en que el día amanecía entre las cinco o seis de la mañana y terminaba a las doce de la noche previo al “apagón”, quince minutos antes de que las personas tuvieran tiempo de llegar a casa, pues fuera de esa hora quien anduviera por la calle era detenido y encerrado en la cárcel municipal, de donde saldría libre dos días después de haber cubierto una multa de cinco pesos que en aquellos tiempos era un dineral.
En fin, eran los tiempos en que solo había una escuela primaria y donde tanto los niños como las niñas se formaban aparte y en cada hilera para entrar al salón de clases donde la maestra o el maestro ya nos esperaba a la entrada del salón.
Por esos años se acostumbraba asistir a la escuela por la mañana y la tarde, en la inteligencia de que el que se portaba mal o no llevaba la tarea se quedaba hasta el último para lavar y barrer los salones y el patio de la escuela.
Eran otros tiempos.
Hoy con tal de no batallar hay quienes los pasan de gorra, pues la orden es no reprobar un solo alumno, aunque no sepan sumar, restar, dividir o multiplicar.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.