La persona más poderosa e influyente en la Secretaría de Hacienda de la pretendida (¿y fallida?) Cuarta Transformación es una mujer: Raquel Buenrostro Sánchez. Ella es la Oficial Mayor.
Desde esa oficina, ella tiene comunicación directa con el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador.
Según un reportaje publicado hace unas semanas por la revista Proceso, Raquel Buenrostro llega a hablar por lo menos tres veces al día con el hombre que despacha en Palacio Nacional.
Su poder e influencia es enorme: por sus manos pasan licitaciones y concursos del gobierno de la 4T por más de un Billón de pesos.
También se ha dejado sentir su mano en otro aspecto que ha generado brotes de inconformidad y molestia contra la administración lopezobradorista: los brutales tijeretazos al presupuesto y, por consecuencia, los recortes de personal y de programas diversos en sectores estratégicos como la salud, la seguridad, la ciencia, el deporte y la cultura.
Se puede interpretar que Raquel Buenrostro tiene la instrucción de convertir la ‘austeridad republicana’ en ‘pobreza franciscana’, óptica singular de entender el quehacer gubernamental por parte de Andrés Manuel López Obrador, cuyo perfil religioso confluye cada vez más con ciertos radicalismos ideológicos.
En ese contexto, Carlos Urzúa prefirió renunciar a la Secretaría de Hacienda y abandonar el barco de la Cuarta Transformación, una embarcación que, con sonoras discrepancias y notorios pleitos entre la tripulación, incursiona en un mar de incertidumbre económica.
Esa incertidumbre, evidente nerviosismo, se reflejó en la cara de Arturo Herrera Gutiérrez cuando Andrés Manuel López Obrador anunció su designación como nuevo secretario de Hacienda.
La escena se convirtió, de inmediato, en críticas y burlas a través de los divertidos ‘memes’ que circulan por las redes sociales. La comunicación no verbal del economista fue elocuente y reveladora, por ello, apareció más tarde en una rueda de prensa muy sonriente, abierto a las preguntas de los reporteros de los medios.
El aspecto positivo de la presentación del nuevo secretario de Hacienda fue la rapidez de la reacción presidencial para impedir que el peso perdiera terreno frente al dólar. Tras la renuncia de Carlos Urzúa, en cuestión de minutos la moneda mexicana había perdido 40 centavos frente al billete verde.
Sin embargo, el aspecto negativo fue que Andrés Manuel López Obrador no hiciera referencia ni diera respuesta a los críticos señalamientos plasmados en la carta de renuncia de Carlos Urzúa.
AMLO no dijo nada sobre ‘la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública’.
Tampoco hizo comentario alguno sobre ‘las discrepancias en materia económica’ y menos tocó el tema de las decisiones de política pública tomadas ‘sin el suficiente sustento’.
Fiel a su estilo y su costumbre, el presidente prefirió prácticamente descalificar a su ex secretario de Hacienda con su habitual postura de que hay gente que no entiende que su gobierno se trata de un ´cambio’, de una ‘transformación’.
‘El no está conforme con las decisiones que estamos tomando’, dijo el tabasqueño al hablar de la dimisión de Carlos Urzúa, con Arturo Herrera a su lado, mientras se escuchaba una peculiar música de fondo: la del organillero que se instala en la calle de Moneda, afuera de Palacio Nacional.
Como quiera, pese a los rápidos reflejos de AMLO para anunciar a su nuevo secretario de Hacienda, el daño ya estaba hecho en algo de suma importancia en la política: la percepción. Y lo que se percibe es desorden.
Una percepción basada en la realidad: la carta de renuncia de Carlos Urzúa pone el dedo en la llaga de las discrepancias y de los desacuerdos al interior del manejo de la política económica de un gobierno que pretende realizar una transformación de fondo en el país,
A unos cuantos días de la rebelión registrada en la Policía Federal y motivada por atropellos laborales, ahora se presenta la dimisión de un personaje en un cargo de suma relevancia en el gabinete.
Las cosas no pintan nada bien para el futuro de una Transformación que quiere estar a la altura de los mitos confeccionados en torno a la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Y PARA CERRAR…
Las discrepancias en la 4T también provocan una acalorada guerra en el partido lopezobradorista: todas ‘las tribus’ se quieren apoderar de la dirigencia nacional de Morena. La ambición los carcome y los divide.
Para comenzar, Yeidckol Polevnsky, presidenta que se quiere reelegir, ya está contra las cuerdas. Bertha Luján, por su parte, es la avanzada de un proyecto que tiene la mira puesta en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y, por supuesto, en la silla presidencial. Ricardo Monreal, con su ‘gallo’ Alejandro Rojas, está liquidado.