A Ricardo Roselló, gobernador de Puerto Rico, lo “pillaron” hace unos días en la aplicación Telegram participando en “chats” con comentarios denigrantes. Ello provocó la indignación popular y provocó su renuncia.
El Telegram es similar a la utilizada por millones de mexicanos, el famoso Whatsapp. Y a pesar de que estas plataformas aseguran que los usuarios están protegidos de ser intervenidos en sus conversaciones privadas eventualmente ocurren “filtraciones” que dejan asomar pláticas propias de espacios íntimos.
La ola de protesta contra “Ricky” Rosello se agudizó desde las redes sociales en julio cuando se revelaron conversaciones a través de Telegram en la que ahora ex-gobernador y 11 hombres de su círculo cercano se burlaban e insultaban a la oposición, las mujeres, periodistas y la comunidad LGBT.
También contenían información confidencial y se dictaba línea para desacreditar a comunicadores y opositores. En las conversaciones, Roselló se refirió a la ex-concejal de Nueva York, Melissa Mark Viverito, como una “prostituta” y sugirió golpearla. Un colaborador se burló de los damnificados del huracán María.
Desde el huracán —que dejó más de tres mil muertos— Puerto Rico ya no ha sido el mismo. A Roselló le tocó lidiar con un maremoto de denuncias de corrupción derivadas del mal manejo de fondos para las víctimas, así como una ola de problemas no solo económicos, sino también de infraestructura. Es fecha que dicho país no logra volver a su ritmo de vida normal.
Al respecto de los chats filtrados, el político boricua dijo hace unos días a los medios: «Reitero mi posición sobre todo esto. Mis disculpas por lo acontecido, mi compromiso por cambiarlo.
“Yo amo a Puerto Rico. Esta ha sido la mejor oportunidad que me ha podido dar mi pueblo y el Todopoderoso, servirle a mi pueblo”, añadió.
Hoy entendemos que las redes sociales son armas contemporáneas de organización masiva que los ciudadanos utilizan para derribar un gobierno. No es la primera vez que ocurre esto. De hecho la famosa Primavera Árabe (entre 2010 y 2013) podría considerarse como una de las primeros movimientos de “cacerolismo social” impulsado por las redes y el internet.
Y es que el avance de la tecnología ha permitido darle a los ciudadanos mayores herramientas para ejercer su derecho a la justicia y exigir cuentas a sus gobernantes. La capacidad de movilización se vuelve viral con ese tuit o post explosivo. Y de ahí nadie puede parar la organización de las masas.
Sin embargo, la misma tecnología también permite hoy a los gobiernos y organizaciones hurgar entre los mensajes de millones de personas para fines de espionaje, control y mercadeo de datos. China y Facebook nos “vigilan” permanentemente.
Los políticos y líderes hoy en día saben del poder de estas tecnologías, pero muchas veces se les revierte y les gana la miopía, arrogancia y exceso de confianza. Como le pasó a “Ricky” Roselló.
Un mundo vigila ahora a los poderosos, ciertamente. Pero es nuestro propio mundo y no otro planeta.