Aunque técnicamente es solo un cambio de nombre, en sentido estricto la nueva denominación de Futuro 21, como se llamara en los sucesivo lo que ha quedado del PRD, es una disolución, el otrora principal partido de izquierda de México que obligó al PRI hace tres décadas a aceptar la democratización de la lucha por el poder, ya no existe.
La carga negativa de la marca perredista, como la del Revolucionario Institucional, era muy pesada y de no deshacerse de ella habría terminado por aniquilar de cualquier manera a la agrupación.
Lamentablemente, en el afán de limpiarle la cara al Partido de la Revolución Democrática y crearle una imagen menos adversa, se ha convertido en refugio de damnificados políticos, como Beatriz Pagés Rebollar, Gabriel Quadri y los Chuchos, Jesús Zambrano Grijalva y Jesús Ortega Martínez, entre otros, una pedacería de desecho reciclada que en lugar de ayudar al resurgimiento de la nueva organización política, parece que la ayudará pero a desaparecer.
Los grupos o instancias a las que pertenecieron o prestaron sus servicios no son como para sentirse orgullosos.
Rubén Aguilar Valenzuela, por ejemplo, surgió a la vida pública como vocero del presidente Vicente Fox Quesada, el señor Quadri representó y defendió los intereses de Profesora Elba Esther Gordillo Morales, de triste memoria, en el extinto Partido Nueva Alianza, mientras que Zambrano y Ortega no tuvieron empacho en subirse al camión del PRI y del Presidente Enrique Peña Nieto a cambio de las migajas que se caían de la mesa del señor de los Pinos.
El partido que, en cambio, no puede darse el lujo de cambiar de nombre es el tricolor. La causa, que la desprestigiada franquicia, con todo y lo negativo que representa, es lo único que le queda al ex partido oficial y sin la denominación de origen, le pasaría lo mismo que al ex Partido del Sol Azteca, dejaría de existir.
Ante esa disyuntiva, los priistas prefieren cargar con todos los vicios y defectos que caracterizan al ex invencible que enterrar para siempre la fe de bautizo con el que arribó a la vida política de México, que hoy se encuentra sumergida en la peor crisis de su historia esperanzado a que el PAN o Morena le ayuden a sobrevivir, a pesar de que hasta los más optimistas coinciden en que los días del priismo están contados y que sería un milagro si en el actual sexenio no le organizan las exequias.
Mientras tanto, los principales protagonistas de la pelea por el control político del Movimiento Regeneración Nacional, a saber la dirigente nacional Yedckol Polevnzky y el coordinador de la fracción parlamentaria del partido obradorista en el Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila, podrían protagonizar en Tampico un nuevo episodio de la lucha por la dirigencia nacional que culminara con la elección del nuevo jerarca morenista el próximo mes de noviembre.
Los dos personajes estarán hoy en el puerto, la primera para entregar nombramientos simbólicos a los nuevos diputados locales de Tamaulipas de la organización de la casaca guinda, el segundo invitado al primer informe legislativo que rendirán este mediodía los senadores Américo Villarreal Anaya y Lupita Covarrubias Cervantes.
El golpeador del ex gobernador de Zacatecas y aspirante a dirigir a la huestes del partido de AMLO, Alejandro Rojas Díaz Durán, por cierto, ha impugnado la convocatoria que establece los términos y las reglas de la disputa del puesto de la Polevnzky, con el argumento de que, según afirma, es una simulación, le toma el pelo a la militancia, genera confusión, incertidumbre, sobre todo porque han aparecido otros dos documentos iguales y no se sabe cuál es el oficial, que el alto mando nacional necesita aclarar. Antes de concluir, por otra parte, no obstante que muchos priistas dan como un hecho que el nuevo jerarca estatal del PRI de Tamaulipas, que relevará próximamente del cargo a la diputada Yahleel Abdala Carmona, será el ex diputado Enrique Cárdenas del Avellano, no son pocos los enterados que aseguran que el relevo no está resuelto aún y que existen muchas posibilidades de que el siguiente pastor del rebaño tricolor sea Edgar Melhem Salinas.
¿Y que le darían a Enriquito como premio de consolación, si no le otorgan la dirección del CDE? No se tiene idea, quizá sólo ilusiones o cualquier otra encomienda o comisión, total en el PRI cuentan con cientos de posiciones para evitar que los que se quedan en el camino emigren a otros organismos.