“Hay una niña triste en el espejo me mira prudente y no quiere hablar, hay un mounstro gris en la cocina que lo rompe todo y que no para de gritar”, así inicia la canción La Puerta Violeta que en 2017 lanzó la española Rozalén como un reconocimiento a la violencia intrafamiliar que ahoga a muchas mujeres, “Tengo una mano en el cuello que con sutileza me impide respirar, una venda me tapa los ojos, puedo oler el miedo y se acerca”…
Y como el título de esta melodía, convertida en himno de muchas mujeres, se denomina un nuevo modelo de refugios que inicio el año pasado en Escobedo, Nuevo León, con el reconocimiento y el deseo de la SEGOB para que se replique en más estados, es un programa colaborativo de instancias federales, estatales, locales y organizaciones de la sociedad civil como la AC “Alternativas Pacíficas”.
Para las víctimas de violencia de género se plantea un modelo de proximidad, acceso a la procuración de justicia en su barrio y una atención integral por parte las autoridades (nada nuevo bajo este cielo gris) por lo que colectivos feministas insisten en recordarle al estado que no solo se trata de establecer zonas “rosas” para la segregación de las mujeres, ni que todas sean atendidas por policías mujeres o ministerios públicos mujeres, o acceso a taxis rosas o acceso distintivo para los llamados de auxilio.
El Instituto Nacional de las Mujeres reconoce que lo que está pasando en México es una crisis de violencia, particularmente contra las mujeres, tan sólo en el primer semestre de este año fueron asesinadas 2 mil 173 mujeres, en ese mismo periodo fueron recibidas 105 mil llamadas de emergencia por mujeres violentadas, los números no mienten, las estrategias no están funcionando. Hacen falta miles de puertas violetas más para salvar a más.
La “nueva” estrategia nacional que engloba la protección integral para mujeres, niñas, niños y adolescentes que viven violencia de género, precisa de la coordinación interinstitucional y el trabajo colaborativo de la sociedad civil, pero todavía está en duda el presupuesto para refugios temporales que venían funcionando desde hace más de 20 años.
La Red Nacional de estos albergues, comunicó que se contempla una inversión de 15 millones de pesos para cada Puerta Violeta, cuya distribución es 30% para municipios, 30% para federación, 30% para estados y solo 10 % para las OSC, esto va en contra de las leyes internacionales, además se continúa revictimizando y moralizando las violencias contra las mujeres.
“Así que dibuje una puerta violeta en la pared, y al entrar me libere, como se despliega la vela de un barco, amanecí en un prado verde muy lejos de aquí, corrí, grité, reí, se lo que no quiero, ahora estoy a salvo” termina la canción.
En Boca Cerrada
Después de la tormenta llega la calma, Fernand entró por costas de Tamaulipas dejando a su paso, hasta el momento, saldo blanco, las medidas protección nunca están demás. Prevenir es mejor que lamentar.