La presentación del Paquete Económico
2020 es, como todos los que se
presentan cada año, un compendio
de las prioridades del gobierno.
Lo primero que hay que reconocer es
que López Obrador está cumpliendo con la
promesa de un presupuesto equilibrado: finanzas
públicas sanas, racionalidad en el
gasto, disciplina financiera, austeridad en
la administración pública, inflación acorde
con los parámetros fijados por el Banco de
México. El presupuesto aumenta sólo 1.2%
en términos reales. El gasto extra vendrá de
los “ahorros” provenientes de las medidas
de austeridad republicana y de la disposición
de recursos provenientes de la disminución
de la evasión fiscal.
Las prioridades del primer tramo de su
administración, anunciadas hace días por
el propio Presidente, están reflejadas en el
presupuesto: seguridad, programas sociales
y energéticos. El gasto en seguridad originalmente
en Segob y transferido a la nueva
Secretaría de Seguridad y Protección
Ciudadana recibe un aumento –sin contar
Ejército y Marina– de 56% en términos
reales. Pemex incrementó su presupuesto
en 4.7% y Energía, en 73 por ciento.
El de los 10 principales programas sociales
de apoyo directo de esta administración
suben, en conjunto, 32 por ciento. Resulta
curioso que entre ellos, Jóvenes Construyendo
el Futuro sufre un recorte del 38
por ciento.
Ni el Poder Legislativo ni el Judicial sufren
recortes. La Corte logra, incluso, un
incremento de 4.5 %. Cuatro de los ocho
principales órganos autónomos y reguladores
tienen pequeños aumentos (Inegi, INE,
IFT y CNDH) y otros cuatro (Inai, CNH,
CRE y Cofece), pequeñas disminuciones.
Hay que registrar que esto da un respiro al
proceso de estrangulamiento presupuestal
que se aplicó a las instituciones en el PEF
2018 y que aún quedan por debajo de su nivel
en 2018.
La interrogante es cómo detonar el crecimiento.
Aunque López Obrador ha decretado
que a los tecnócratas y neoliberales
“les obsesiona el dato del crecimiento
económico y a mí no me dice mucho eso” y
que lo que importa es el desarrollo, lo cierto
es que es difícil pensar y más difícil documentar
que en México hoy hay desarrollo
o que la distribución del ingreso ha mejorado.
Lo que aquí nos pide López Obrador es
un acto de fe.
No hay ningún dato que pueda sostener
esta información. Nadie puede exigirle al
Presidente que en 9 meses de gestión hayan
mejorado los servicios de educación, salud,
seguridad social o vivienda. Pero sí podemos
exigir cifras reales de cómo va México
en estos aspectos y cuáles son las tendencias.
El aumento del 16% en el salario mínimo,
sobre todo cuando el empleo ha disminuido,
no significa una mejora en la distribución
del ingreso.
La mayor disponibilidad del ingreso,
producto de las transferencias en efectivo
por concepto de programas como los de
adultos mayores, jóvenes que no trabajan
y no estudian o becas, tampoco significa el
fortalecimiento del mercado interno. Hasta
el momento no hay evidencia de que esos
ingresos se gasten en el mercado formal y
fortalezcan la economía.
López Obrador vuelve a tener razón en
que al gobierno no le toca únicamente limitarse
“a crear las condiciones que permitieran
a los inversionistas hacer negocios y
asumir que los beneficios se derramarían en
forma automática al resto de la sociedad,
porque esta suposición se reveló cruelmente
falsa durante el periodo neoliberal”.
También le asiste la razón en que al Estado
le toca, entre otras cosas, promover
el desarrollo y fomentar la distribución del
ingreso. Pero esto se consigue con inversión
y con impuestos. Y nada de esto hay
en el Paquete Económico salvo la intención
de elevar la recaudación sin elevar los impuestos.
En este contexto, lo que más preocupa
es el subejercicio del primer semestre
de 2019 por 197 mil millones y la disminución
en el gasto de inversión estimado en
el Presupuesto de Egresos de 2020. El capítulo
6000 (Obra Pública) decrece en términos
reales 17 mil 800 millones de pesos o
4.7 por ciento. Si se piensa crecer al 2% como
dicen las previsiones de Hacienda para
2020, la apuesta de crecer al 2% recaerá
en los empresarios, quienes han prometido
invertir 32 mil millones de dólares. La
apuesta es arriesgada. La inversión privada
en México disminuyó 7.4% en el primer semestre
y hasta el momento no