El primer grito de Independencia de Andrés Manuel López Obrador, ya como presidente de México, gustó a todos. Fue sobrio, austero como busca ser su gobierno. No hubo invitados, ni hijos, ni cuñados, ni artistas; ni siquiera el gabinete apareció, al menos, no se ven en la primera imagen donde recibió la bandera e hizo sonar la campana en el balcón presidencial. Su única acompañante fue su esposa Beatriz.
Los «vivas» a los héroes, a los pueblos indígenas, a la democracia y a la paz, fueron aclamados por la gente que llenó el Zócalo.
Por primera vez, y después de muchos años, no hubo mentadas de madre, ni rechiflas ni abucheos para un Presidente; por el contrario, hubo porras y consignas de «es un honor, estar con Obrador». La redes sociales también explotaron, pero esta vez, para enviar mensajes de apoyo al presidente mexicano. Quedó demostrado que Andrés Manuel tiene «mucho pueblo» y mucha base popular. En los sondeos en la opinión pública no se encontró un reproche, ni un reclamo para el hombre de la Cuarta Transformación, lo que para la lectura del evento, significa que este México está feliz con su Presidente, y por lo que se ve, la luna de miel va para largo.
Los mismos críticos da López Obrador ayer aplaudieron a través de sus comentarios y opiniones la sobriedad del «grito». Diego Fernández de Ceballos lo dijo así con todas sus palabras:
«Me gustó el Grito. Hacía mucho tiempo que no se veía algo así: fue algo muy republicano en donde los invitados, por fortuna no robaron cámara como otros años y otros sexenios. Que bueno por México», comentó.
El panista habló hasta del vestido de Beatriz la primera dama: «el único pero que le puedo poner es que el vestido de la esposa del presidente debió haber llevado mangas. Pero fuera de eso, todo estuvo excelente», señaló el panista.
El seguimiento en las redes sociales que superó la audiencia de los seis millones de personas, refrenda la expectación y la aprobación del gobierno de AMLO, que no pudo ocultar la alegría en su cara. Las vivas para su gobierno, fue música celestial para sus oídos.
Esta comunión de gobierno-pueblo, sin embargo, más que regocijar y aplaudir, debe verse y reflexionares sin apasionamientos. La historia política cuenta que así han nacido las grandes tentaciones autoritarios en el mundo. Cuando el pueblo se pone de rodillas y enaltece las acciones de un gobernante, es peligroso; porque éste se la cree y se vuelve sublime, superior, todopoderoso; se marea y deja de ser terrenal y se vuelve inalcanzable. ¡Cuidado!.
Andrés Manuel López Obrador ha dicho que no gobernará seis años, y ya se consumió el primero. Ha firmado ante notario que no piensa ni sueña en la reelección, pero algunas señales se perciben de otra manera.
Evo Morales en Bolivia, cuando llegó al poder, dijo que por fin los pueblos originarios indígenas estarían en el poder a través de él. Firmó ante notario que no se reelegiría, pero hizo una Constitución a su modo y está por ir por su cuarta reelección en la presidencia porque el pueblo así se lo reclama.
La manifestación de apoyo para AMLO este domingo, y que enorgullece a millones de mexicanos que viven dentro y fuera del país, debe festejarse, pero también debe reflexionarse. Las tentaciones autoritarias de los gobernantes se nutren de la popularidad. Esta luna de miel es buena entre el presidente y la gente, pero hay que tener cuidado que no se prostituya ni se vuelve en una enfermedad que luego no se pueda curar.
«El pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla», dicen. México conoce su historia, pero su falta de memoria, puede condenarlo.