CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.-¡Pero no ponga mi nombre joven! Insistía el anciano mientras que el Caminante se aprestaba a salir del cuartucho aquel, enclavado en el laberinto de bodegas y locales comerciales del primer cuadro de la ciudad.
– No se apure “Don” lo que importa es la información – Contestó el preguntón
– ¿En que periódico dice que va a salir?
– En el Expreso este domingo
– ¡Lo voy a comprar… y nadamás que no salga va a ver!
Esa tarde la plática se había tornado nostálgica para varios de los entrevistados. Y todos coincidieron en una cosa: “no crean todo lo que se cuenta por ahí… aquí no pasa nada… ni pasará”
El tema que se abordaba en cada una de las conversaciones era el mismo ¿Qué tan ciertas son las historias que se cuentan del Mercado Argüelles? Y las respuestas fueron todas muy diferentes entre si. Algunos hasta se indignaron al tocar el tema.
Hablar del Mercado Argüelles es casi hablar de ciencia ficción… nadie sabe… y nadie supo, pero todos tienen una idea de lo que pasa en ese lugar. Construido a principios del siglo XX, la vida no ha sido muy grata con él. Incluso podría decirse que se ha ensañado en algunas ocasiones: Incendios, abandono y vandalismo han dejado su marca en las paredes del inmueble.
Muchas son las historias que se narran de cada pasillo, de cada local. Tragedias, festejos, lágrimas y crímenes pasionales que quedaron ocultos en las penumbras nocturnas y anécdotas olvidadas con el paso del tiempo.
Como la mañana de aquel 9 de mayo de 1953, fecha que consumió las ilusiones de sus locatarios. Ocurrió un incendio del que poco se supo su origen, pero que las brigadas de bomberos no pudieron vencer. Solo el olor a quemado y los escombros mojados saludaron la mañana siguiente en el día de las madres.
De esos sucesos se desprenden algunos relatos vagos, sobre sombras que caminaban sobre los restos del viejo parian. Algunos de ellos se perdieron o se distorsionaron hasta diluirse a través de las décadas.
Existen algunos viejos locatarios que relatan que más de una vez vieron a un hombre a caballo llegar al lugar, descender de su montura y sentarse a llorar en el lugar donde estuvo su negocio.
El Mercado Argüelles vuelve a erigirse 3 años después y con el, las esperanzas de los victorenses dedicados al comercio. Sin embargo la estructura del nuevo edificio no es tan funcional y su evolución no fue lo que se esperaba. Pleitos entre los mercaderes, envidias y triángulos amorosos provocaron episodios de pavor y crímenes pasionales al final de la década de los cincuentas.
Uno de los descendientes de los primeros locatarios relata que hubo un incidente entre dos carniceros que pretendían a la misma marchanta. El idilio llego al punto de que los tablajeros cruzaron sus cuchillos al aire pero los gendarmes los separaron. Dos semanas después uno de los rijosos, fue descubierto a la orilla del río San Marcos, asesinado a puñaladas. La justicia no pudo comprobarle a su enemigo que hubiese sido autor o que participara en el homicidio. Sin embargo recuerda que el carnicero sobreviviente empezó a demacrarse y a adelgazar de una forma exagerada. Unas profundas ojeras y la perdida de cabello eran evidentes en la humanidad del sujeto. Una noche de junio, lo vieron deambular por lo que ahora es el bulevar Praxedis Balboa, los testigos dijeron que creían que la borrachera lo hacia caminar sin rumbo, pero nunca imaginaron que caería muerto en el mismo lugar donde su rival de amores fuera ultimado unos meses atrás. Dicen que lo embrujaron, y que “el trabajito” se lo hizo un santero de ahí mismo del mercado… ¿como saberlo? Cuchicheos y chismorreos así lo relataron.
El tiempo pasó y el paisaje urbano cambio. Uno de los primeros supermercados se le plantó enfrente. La llegada de “fayuqueros” y la proliferación del comercio informal resultaron en otro dolor de cabeza para los oferentes establecidos.
Los años setenta saludaron a la capital tamaulipeca, que estaba ya por rebasar los 100 mil habitantes. El nuevo Mercado Argüelles (como algunos lo consideraban) cumplía 15 años de haber vuelto a la vida y parecía disfrutar de un segundo aire. Pero en 1977 un nuevo incendio lo debilitaría. Sin embargo los héroes apaga fuego hicieron su trabajo. Pocos años después, en 1981 las llamas intentarían devorarlo otra vez y ofrecieron una batalla épica contra el Cuerpo de Bomberos. Una anécdota que raya en la leyenda urbana se suscito en esa ocasión. En el ala sur de la planta alta se hallaba lo más intenso del fuego. El agua de las mangueras parecía no poder contener lo inevitable. Por extraño que sea, el fuego no logro colarse al área de comedores (que solo quedo “ahumada”). Curioso es este hecho, pues es el lugar donde se trabaja con gas y objetos que fácilmente pudieron propagar el incendio. Al examinar el lugar, los bomberos no pudieron ignorar un hecho insólito: el área consumida y ennegrecida por la quemazón, acababa justo enfrente de un cuadro con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. No faltaron los curiosos que consideraron el hecho un milagro. El Argüelles aguanto de pie este y otros incidentes más: salvajes huracanes y fechorías como grafitis y cristalazos.
Pero los años no pasan en balde y tanto su infraestructura, como su sistema de ventas se hicieron obsoletos. Una sobresaturación de modernos centros comerciales desplazo al mercado. Sus locales perdieron el brillo y el interés por sobrevivir. El telón cayó para muchos negocios de sus entrañas, en forma de sucias y oxidadas cortinas de acero. Administraciones municipales llegan, y se van, sin concretar un verdadero plan para modernizar el inmueble. Políticos en campaña lo usan como botín para su provecho una y otra vez.
-Solo queremos sobrevivir, joven – Dice una de las comerciantes de uno de los puestos sobre la calle 7.
– ¿Qué es lo que más les afecta? – se le pregunta
– Pues mas que nada los robos, prácticamente no hay vigilancia, y del lugar, pues el cableado (eléctrico) esta de “mírame y no me toques” y de la fachada, yo pregunto ¿Cuál fachada? Si ni vidrios tienen algunas ventanas y de adentro, ni se diga, sobre los techos hay basura de hace añales, cuando paso el huracán Alex tumbo laminas que nunca se repusieron- relata la mujer con un tono de tristeza y hasta un poco de resignación
– Muy seguido vienen periodistas a preguntarnos lo mismo y ya hasta nos cansamos de echar el mismo rollo, no sé si los manden como novatada, porque en realidad nunca pasa nada. Las autoridades no nos ven, ni nos oyen.
La tarde cae sobre el Mercado y el calor no cesa en Ciudad Victoria. Los entrevistados desconfían de cualquier persona que llegue haciendo preguntas y exigen quedar en el anonimato, pero el mensaje es claro: el Argüelles apenas sobrevive. Las ventas literalmente se esfumaron. El lugar se ve sucio, feo y abandonado. Los robos son el pan de cada día. Solo un milagro salvará al coloso del 6 y 7 Hidalgo, y por lo que se ve, el milagro tardará muchos años en materializarse. Demasiada pata de perro por esta semana.