Es verdad que vivir en soledad
tiene sus grandes ventajas,
como eso de hacer lo que le
dé su gana. Puede uno saltar, gritar
frente al espejo, hacer muecas,
hacer sonidos extraños y quedarse
callado por mucho tiempo,
pensar en uno mismo, pensar en
los demás, meditar, no pensar
en nada, hacer algo, lo que sea,
escribir o leer.
Pero también vivir solo tiene
sus grandes y desproporcionadas
desventajas. Cuando vives en familia
todo va ocurriendo. En cambio
cuando vives solo nada ocurre si
tú no lo haces, si tú no mueves un
dedo.
Y eso depende, porque muchas
veces cuando vives con alguien
es cuando haces más, cuando
más trabajas. Entonces ya eso va
dependiendo de cómo te dejes. Y
bueno pues el asunto aquí no se
discute, quién trabaja más o quien
menos. El caso es también quién
soporta más la soledad, quién es
capaz de tolerarla menos.
Hay personas, tanto hombres
como mujeres, a quienes se nos da
eso de las artes mixtas, es decir, nos
gusta tanto lavar los trastes como
hacer la comida, trapear o barrer,
echarle y darle de comer al perro,
sacarlo a pasear. Pero hay otros a
los que no nos enseñaron y estamos
notablemente negados para hacerlo
ahora ya de adultos. Lo cual hoy
en día no es problema, pues hay
quienes ofrecen ese servicio.
Dicen que se puede estar solo
entre mucha gente y yo digo que no
es cierto. Dicen que si estás entre
1000 personas una sola de ellas te
ve y yo digo que no es cierto, yo digo
que todas te están mirando. Estar
solo a veces es un estado de ánimo.
Aunque a veces ninguna persona te
esté mirando.
Hay quienes buscan un lugar
tranquilo para su soledad y hay
quienes buscan en los tumultos.
Pero estamos adentro de nosotros y
la vida es como una señora que pasa
por la calle y saluda con la mano
extendida. Buscas entre la gente una
aguja y no la encuentras.
Y sin embargo, desde algún lugar
de la soledad, esa otra parte donde
estás con alguien está muriendo,
desde esa otra mitad que no habla
hablas y te encabronas, te ries y
estás triste. Con esa otra mitad
duermes, con esa otra mitad estás
viviendo.
Sabes que no estás solo porque
si estuvieras solo las preguntas
no tuvieran respuesta, sabes que
cuando alguien te pregunta si estás
solo respondes que no porque
cuando llegas a la casa sabes que
cuentas contigo y que puedes
mirarte al espejo.
Cuando le hablas a un hombre
solo, sabes que hablas con un
hombre que tiene mucho hablando
con las paredes. Sabes que hace
mucho tiene todo listo para mañana,
que lavó su ropa, que planchó sus
camisas y que tiene sus zapatos
lustrados y sabes que su agenda
contempla un sólo pasaje, un sólo
boleto de avión, una sola entrada
para el partido del Correcaminos.
Y sabes que sobre la mesa podría
haber muchos libros que han sido
leídos sólo por una persona.
Soledad es la ansiosa espera en
la oscuridad, el largo silencio, la silla
vacía, el gato mirando el templo de
la nada absoluta. De repente alguien
llama a la puerta. La soledad mueve
las cortinas y sale por la ventana a
buscar más necesitados de silencio.
Soledad es también escucharse
decir algo que realmente no exista,
inventarse e inventar lugares,
inventar objetos surrealistas
para mentir que existes mientras
encuentras un lugar donde poner las
manos.
Cuando vives solo la gente que
te conoce en el barrio piensan
que necesitas a otro o a otra y te
la buscan, piensan que a fuerza
necesitas compañía y muchas veces
es cierto, pero aunque la necesites
no lo confiesas, no lo confesarías
nunca, mucho menos a la cofadria
de la vela perpetua que se junta
en la esquina, para quienes eres
como una espina encajada en otra
espina, porque una vez armadas sus
conjeturar, no se me ve por dónde
salgas ni para cuándo.
Y sin embargo la soledad es muy
bonita cuando sabe uno llevarla
como pastoreando un marrano,
sin mucha prisa. Nadie nos va
correteando.
HASTA PRONTO