CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.-Viernes 12 de enero de hace par de años; era por la tarde, en El Mante, Tamaulipas, parecía un día normal, ahí nació y creció José Rigoberto González Gutiérrez mejor conocido como ‘Titán’; en ese momento era estudiante de la Universidad Autónoma de Tamaulipas en Mante, como todos los días en esas fechas, tras salir de clases se dirigió al negocio familiar, ‘Rigo’ atendía, ya que su abuelito el dueño del lugar, se encontraba enfermo.
El joven que llevaba una vida como todos los de su edad, jugaba fútbol en el barrio, en equipos de Mante, San Luis, Tampico y otros municipios cercanos “yo era central o lateral y era de los buenos papá -dijo entre risas-”, le gustaba salir mucho de su casa simplemente para ir a caminar y pasar el rato, ayudar mucho a su familia, trabajar y demás, pero todo eso, iba a cambiar en un instante.
José Rigoberto fue víctima de una bala pérdida en un enfrentamiento entre hombres armados que se desató justo en el negocio de su abuelito; fue herido en la cabeza, y estuvo grave varios días.
“Él (abuelito) estaba enfermo, no había quien lo apoyara, yo me puse las pilas, él siempre estaba al pendiente de mi y dije que yo iba a atender la tienda como agradecimiento, ahora ahí iba la mía. Ese día yo estaba atendiendo, entraron unas personas aparentemente normales, todos estaban normal y se agarraron entre otros… desgraciadamente pasó lo que pasó”, explicó José Rigoberto con voz entrecortada.
Una de las balas que soltaron en la batalla, se incrustó en su cabeza, “fue un momento que recuerdo, muy feo todo lo que vivía hasta que digamos que me desmayé; me dio una bala, me dio en el lado derecho arriba de la ceja, por ahí se me incrustó, salió por el ojo derecho, atravesó de orilla a orilla”, recordó.
Rigoberto tuvo que ser atendido de urgencias, lo controlaron y mandaron a Ciudad Victoria; en la capital sólo le dieron dos días de vida, tenía que ser operado, lo hicieron y entró en coma, a partir de eso, su vida cambió por completo.
Todo cambió…
“Desperté y miré todo negro, obscuro. No sabía que había pasado, sólo escuchaba voces”, después de un mes, Rigo logró salir del coma, como todo un ‘Titán’, había podido sobrevivir a algo que parecía imposible, pero dentro de todo, un efecto colateral que había tenido, fue el de la perdida de visión.
El golpe fue bajo, muy bajo, él quería tirar la toalla, “yo no sabía qué iba a hacer, yo le decía a la enfermeras que me medicaban cuando aún estaba un poco delicado que ya no lo hicieran, ‘miren como estoy, yo ya no veo, mi vida se acabó, estoy acabado, ya déjenme morir’ de verdad les decía eso”, contó.
José Rigoberto se preguntaba “¿Qué voy a hacer?, ¿Cómo?”, fueron dos días en las que esas preguntas pasaban durante cada segundo por su mente, quería ver a pocas personas, pensar, analizar y prepararse para lo que viniera, “no me la pasaba llorando, no soy así, pero sí fueron dos días en los que yo pensaba eso, realmente no sabía que iba a ser de mi vida sin la vista”, comentó.
Fue más de medio año los que estuvo José Rigoberto en Ciudad Victoria, durante ese tiempo, estuvo en adaptación a su nueva etapa, “después de los primeros días, recapacité, tuve que aceptar lo que me había pasado y seguir adelante. viví en Victoria varios meses y eso fue para adaptarme a todo”.
“Me metí a una escuela, Camino de la Luz, creo que se llamaba. Me di cuenta que todo era algo diferente, bonito. Ahora sí que me abrieron los ojos internos, me di cuenta que tenía que aprender a vivi así. Me ayudó mucho para lo que continuó, regresé al Mante y ahora estoy estudiando la carrera de Ingeniería en Sistemas en la UAM, estoy en quinto semestre”, agregó.
La vida después de todo
José Rigoberto siempre fue muy apegado a su abuelito; ‘¿Qué fue lo último que tú recuerdas miraste?’ se le preguntó, él no dudó, “sin duda a él, a mi abuelito. Es el último rostro que recuerdo que vi, la última persona con la que estuve y platiqué antes de todo, fue con él, es una persona que amo mucho y hasta el día que falleció yo estuve, él me vio así y siempre me dijo que estaba orgulloso de no rendirme”, dijo.
Gracias a las fuerzas que le dieron tanto familiares, amigos y su abuelito desde el cielo, él decidió seguir adelante y tomó todo como una revancha, un reto por salir adelante.
Después de negarse en muchas ocasiones a hacer deporte, a sobresalir, por fin tomó la decisión de aceptar, el correr era algo que le llamó la atención, “en Victoria hubo una persona que se llamaba Falcón, yo estaba físicamente bien, pero mentalmente me sentía incapaz, yo lo rechacé muchas invitaciones a practicar, después el profesor Marcos, también, y creo que sí se cansó de pedirme y que yo le negara, yo me sentía incapaz”.
“Cuando estaba en el Mante, un día estaba en la caminadora y se me vino a la mente ‘¿Y si corres?’, vamos a ver qué sale, decía. Tomé como un reto y contacté al profe Marcos, le dije que si me aceptaba el ‘Sí’, ahora sí. No dudó y me aceptó, me acuerdo que me dijo que porqué una semana antes de las visorias, pero le dimos”, declaró.
Con apenas unos días de trabajo, viajó a Victoria, hizo las pruebas y las superó, así logró ser seleccionado y ahora sí, venían semanas de mucho trabajo para llegar de la mejor forma la Paralimpiada Nacional 2019, el torneo deportivo más importante para jóvenes con capacidades diferentes y que iba a contar con el apoyo del Instituto del Deporte y del Sistema DIF Tamaulipas para que todos pudieran asistir y dar buenos resultados.
La pista de tartán, lo cambió
En Paraatletismo fue lo mejor que le pudo pasar. Volvió a disfrutar más la vida, aprendió mucho y le ayudó a darse cuenta, que tenía que disfrutar su nueva etapa; más después de ganar dos medallas en la competencia nacional, una de plata y otra de bronce, “ha sido una experiencia formidable en mi vida”, aseguró.
“Así como hubo cosas malas después de todo eso como el de perder la vista y otras secuelas, hubo cosas muy buenas. La mejor fue que me acerqué a Dios, dejé los vicios -tomar-, me enfoqué en los estudios y en el deporte, estoy muy agradecido por todo”-
“Fueron muchas cosas buenas, estas medallas que la verdad yo pensaba que no iba a ganar, por comentarios que hacían que era muy difícil, pero pude tener un debut de ensueño en estas competencias, de representar a mi estado, pero más allá de todo, yo agradezco el haber conocido a muchas buenas personas, de vivir nuevamente, porqué yo tenía dos horas de vida y mira ahora”, manifestó.
No se arrepiente
La vida sin visión, ha sido complicada y no tanto por él, sino por las demás personas; ya que aunque ha tenido una aceptación por sus cercanos y muchas personas, también ha habido comentarios que a él, lo han herido mucho.
“Hubo veces que me he encontrado a personas que sí, tal vez no como burla, pero hacían comentarios que no iban, hubo profesores que me decían ‘qué no miras en el pizarrón está escrito’, otras que ‘tu sabes como lo haces’, pero todo eso lo tomé como reto y sí estoy aquí vivo, es porque Dios me vio capaz y él me da la fuerza”, dijo.
Eso no lo detiene, ni detendrá y mucho menos, hace que se arrepienta de haber decidido ir a ayudarle a su abuelo al negocio aquel día que pasó el accidente.
“No voy a mentir, sí me frustro en ocasiones, quisiera tener mi vista, pero ¿sabes por qué?, porqué quisiera jugar fútbol como antes -entre risas-, sí, sí es por el fútbol, no tanto por otras cosas. Pero no me arrepiento de nada, para nada, al contrario, agradezco porqué como dije, yo me pude morir, otras personas con menos no soportan desafortunadamente, yo pude y estoy aquí, me siento más capaz que antes, fuerte y orgulloso porque no me rendí, Dios me vio capaz de seguir”.
’Nunca se rindan’
José Rigoberto González quiso mandar un mensaje, no sin antes agradecer a todos los que estuvieron desde su accidente, hasta ahora en sus triunfos, “primero que nada agradecer a Dios porque me dio la oportunidad de destacar y de vivir. A mi madre, a la pareja de mi mamá, a mi novia, siempre estuvieron conmigo, gente de Mante, al INDE, DIF, a todos, pero en especial a mi abuelito, ella es una de las personas que más quiero, siempre me dijo que él iba a estar orgulloso de mi porque nunca me di por vencido, todo lo que haga será por él, a Marcos una mención especial, porqué siempre creyó en mí desde un principio”.
Ahora mandó el mensaje a la sociedad, a la qué dijo, lo más importante es levantarse después de caer, “no hay limites, sean convencionales o capacidades diferentes, eso nos lo ponemos nosotros mismos, con ganas de salir adelante todo se puede, todo es posible, a veces uno no tiene fuerza de voluntad y en mi caso, para eso Dios me ayudó muchísimo, les recomiendo acercarse a él y trabajar para cumplir sus metas, si te caes, te levantas, aunque tengas capacidad diferentes, tu eres capaz de hacer lo que sea”.
Ahora José Rigoberto, ya con la mente enfocada en la pista, tratará de mejorar y trabajar mucho, él por ahora, no sabe que es lo que puede venir “que venga todo lo que tenga que venir”, pero tiene claro que se tiene que preparar, porqué para él, ahora su próxima meta es destacar a nivel nacional y hasta internacional, algo por lo que no descansará hasta conseguirlo.
REACCIÓN
“Fue un momento que recuerdo, muy feo todo lo que vivía hasta que digamos que me desmayé; me dio una bala, me dio en el lado derecho arriba de la ceja, por ahí se me incrustó, salió por el ojo derecho, atravesó de orilla a orilla”
“Sin duda a él, a mi abuelito. Es el último rostro que recuerdo que vi, la última persona con la que estuve y platiqué antes de todo, fue con él, es una persona que amo mucho y hasta el día que falleció yo estuve, él me vio así y siempre me dijo que estaba orgulloso de no rendirme”