Vaya lío en el que están metidos los morenistas. Tras el fallo que invalidó el proceso interno para renovar su dirigencia nacional, los dos bandos en disputa (el de Yeidckol y el de Bertha Luján) afilaron aún más los cuchillos y radicalizaron sus posturas.
Ayer se escribió un nuevo capítulo del melodrama: por un lado, Polevsnky, la actual dirigente, reveló sus intenciones de quedarse en el cargo porque -dice- no hay condiciones para que llegue alguien más; y por el otro, Bertha Luján, realizó una raquítica reunión de Consejo Nacional en la que sus integrantes se decidieron por un interinato que iniciaría el 24 de noviembre.
Conclusión: las dos posiciones están tan distantes entre sí, que difícilmente podrán encontrar un punto de acuerdo para que el partido elija a su nueva dirigencia sin autodestruirse en el intento. Y claro está guerra intestina tiene sus repercusiones en Tamaulipas donde algunos liderazgos de Morena han apostado todas sus canicas a una candidata: Bertha Luján.
Su principal fuerza está en el sur de Tamaulipas, donde Adrián Oseguera no ha escatimado en apoyo para su campaña, pero también el mismo superdelegado (es un decir) José Ramón Gómez Leal está de su lado, lo mismo que los otros alcaldes morenistas de la entidad.
Por estas tierras, a Yeidckol solamente le quedaría solamente el apoyo, bastante discreto por cierto, de algunos influyentes morenistas de Nuevo Laredo. Aunque también es obligado precisar que la actual dirigente ha mostrado muy poco interés por aterrizar en Tamaulipas, donde más de una vez se ha especulado sobre su condición de negociante, más que opositora.
Como sea, si llegara a descarrilar el proyecto de Bertha Luján, sus seguidores cuerudos resentirían un duro golpe político, sobre todo porque por lo menos hasta el momento López Obrador ha cumplido con su promesa de no involucrarse de más en el proceso interno de su partido. Es decir, AMLO ni ve ni oye a sus “representantes” en el estado.