Puede ser que usted llegue en un vuelo mañana temprano por avión. Tendría que aterrizar en el aeropuerto “Pedro José Méndez” -no queda lejos-, porque en la colonia Horación Terán ya no hay espacio para un aeropuerto. Dicen que apenas caben ellos y afuera un pequeño huerto con el perro y dos cuartos nuevos que de arriba se verían cuando usted fuera llegando.
O pudiera suceder que usted más tarde aterrice en un helicóptero en el helipuerto, si este existiera en esta colonia, y ya imaginando pudiera ser que la colonia fuera una ciudad pequeña con todos sus problemas, con todos sus alegrías y sus tristezas, pero es la colonia Horacio Terán y a ella se llega por donde quiera, por arriba, por los costados, cruzando el río, se sube subiendo, luego se descansa allá arriba. Se pide perdón por todo en cuanto usted vea la ciudad desde arriba o si es sincero siéntase agradecido. A la ciudad le dará lo mismo.
Haciendo un rodeo se llega en bicicleta, si tomas un micro en el 7 Boulevar llegas a la plaza, si cruzas el río subes las escaleras según sea corriendo, caminando o como puedas hacer el viaje. Pero subes cuando la bajada es un paso en falso, una mala pedaleada, la broma de un amigo. Hoy no puedes recordar que antes había algunas resbaladillas y se te olvidó que la ciudad estuvo partida en dos y todas estas casas eran de palma y además esta colonia era la orilla.
Hará cosa de unos días alguien pintó las fachadas de las casas, pero te crecieron mariposas, fuiste colonia, pero ahora eres un pequeño reino de colores con tus fachadas qué son un crisol por las tardes.
La historia nos recuerda lo que no se hizo, pues las omisiones también forman parte de los hechos, lo que no se hizo provoca lo que se hace, y es el único motivo por lo que una cosa se hace. Y seguramente antes, atrás de esa loma de los disparos, nuestros antepasados practicaron el tiro con arco ante la llegada de los españoles. No hace mucho había gente que le tiraba a los jabalíes.
De alas escaladas subes y antes de llegar a las nubes te quedas en la cima con tus calles, tus casas y tus pájaros, con tus ojos panorámicos esperando para volverte planeta, colonia marginal, sermón de la montaña y otra vez colonia.
Un día llegaron unos hombres armados con picos y palas con arena y cemento e hicieron las escaleras por donde hoy se sube una vez al día. Hará cosa de cientos de años qué atrás de esa Loma donde hoy está la colonia se posicionaron unos indios armados con flechas para defender la memoria, tal vez no tuvieron puntería, tal vez por alguna razón nunca arrojan una flecha, porque la historia por un incidente de estos pudo ser otra.
En cambio llegaron unos personajes en determinado momento de la vida, desde que la historia comienza a ser historia en esta parte de la Loma y arrancaron de cuajo los pequeños huizaches.
Sembraron casas de palma. Todo esto se llenó de cañas y de personas, de tiendas y más personas y coches, de aniversarios y salones y fiestas y años, de obreros que trabajaron la obra, el jornal, el henequén en la textil. En la maquiladora.
Bajo de esa fachada sigue siendo la colonia Horacio Terán, a la que desde arriba le serpentea por en medio un pequeño arroyuelo que los niños piensan que es un gran río. Curiosamente siempre lleva agua. Es agua sucia con agua limpia, es agua que no has de beber, es agua que va de bajada, es agua del agua.
Hubo tiempos en que la gente de ahí les quedaba todo lejos. Hay personas que estuvieron en la Secundaria General número 1, o tomaban dos micros para llegar a la técnica uno, porque todavía no estaba la Secundaria General número 5.
Entonces la ciudad, que siempre ha sido un vasallo del clima, hacía de las suyas a la hora de salida y todavía lo recuerdan. Eran tiempos en que no había escalera.
En el camino de subida te ibas tropezando con piedras que no habías visto, te ibas encontrando pequeñas cascadas, arroyuelos espontáneos, cáscaras, cercas tiradas o estiradas con alambres de púas, camas como pequeñas naves circulando por las calles, barcos enormes como casas. Entonces ciudad, te asomas después de los años y comienzas una ligera lluvia, mientras bajo de uno por uno los peldaños de la escalera de la colonia.
HASTA PRONTO.