En cuanto se acercan los
tiempos en que los cónclaves
se reunirán para analizar
los probables líderes que pudieran
ser candidatos por su partido o
corriente política -sin importar en
que parte de América suceda-, se
empiezan a manejar los mismos
nombres de siempre y cuando los
apelativos de los aspirantes se
filtran a la opinión pública inmediatamente
surge la expresión
popular “está muy flaca la caballada”.
¿Habrá una mafia del poder
que tiene secuestrada a la dirigencia
partidista? Quizás sí, pero lo
más seguro es que al resto se les
olvida una primicia fundamental:
posicionar antes de negociar.
Aplicando el Principio de Pareto
en una estructura partidista, sería un
80 por ciento el segmento concentrado
con la militancia dura,
mientras un 20 por ciento sería para
el grupo donde lo integran líderes
que aspiran para alguna posición
político-electoral. Desde ahí -por la
misma naturaleza humana- su propia
condición segregará en un porcentaje
menor los que sí terminarán
siendo candidatos para una contienda
para un puesto de elección popular
o para una designación política
dentro del mismo organismo.
Considerando solo a ese grupo
emanado del 20 por ciento del
total de la militancia que tiene una
corriente, movimiento o partido
político, al pasarlo por el filtro de
la comunicación política, más la
compleja disciplina del marketing
político o mercadotecnia política, el
porcentaje caerá muy probablemente
a un dígito. Aquí está la respuesta
metodológica del porqué surgen los
mismos nombres de siempre. En el
caso de que no existiese un secuestro
cupular, la realidad es que son
pocos los que quieren ser candidatos,
menos los que pueden, y aun
menos los que serán.
Hay guerreros que sirven para
tiempos de paz y otros solo para
la guerra. Es igual para la política,
más para tomar la decisión de quien
será candidato o candidata, no todos
servirán para la campaña, y ni todos
servirán para la gobernanza una vez
obtenido el triunfo. La aspiración de
un líder o lideresa no se coarta por el
valor de la institucionalidad, en realidad
eso es una excusa para no tener
el arropo para ir tras la candidatura.
Entonces, ¿Qué se puede hacer? Muy
fácil, primero ese liderazgo se debe
posicionar antes de sentarse a negociar
con los tomadores de la decisión.
Tanto la comunicación política,
como la mercadotecnia política,
mantienen una estrecha relación
entre ambas, la misma que su
resultado debe responder a la clave
¿Quién está poniendo los temas en
la percepción pública? Para lograrlo,
ésta es una breve ruta:
1. Usar el marketing político
2 Crear y aplicar la agenda
setting
3. Desarrollar fake news en
dos vías
4. Amplificar en las redes
sociales
5.Diseñar y ejecutar puntualmente
una estrategia
Tú que estás leyendo estos Apuntes,
te pregunto, ¿Estás cansado de
ver a los mismos de siempre cómo
candidatos? Sí respondiste que sí,
siéntete tranquilo porque no es
algo privativo de tu partido político,
ciudad, o país; desde tiempos
memoriales la primicia fundamental
es posicionar antes de negociar. ¿Y
tú, qué opinas?
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