Los estudios médicos no mienten, las cifras nos confirman lo que ya vemos socialmente, las mujeres hemos alcanzado la paridad en el abuso del alcohol con el segmento masculino y no es un tema de orgullo y sí de prejuicio. La confusión social distorsiona la emancipación femenina y la exigencia por la igualdad sustantiva en derechos humanos, así los tantos y tan sinuosos caminos para el empoderamiento conlleva riesgos como el de cruzar las delgadas líneas masculinizadas por el sistema patriarcal.
Y sí, ya muchas cocinan menos que mamá y beben más que papá.
Tomemos en cuenta el último dato de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 del INEGI, donde registra que en Tamaulipas el 18.7 por ciento de la población de 10 a 19 años consume alcohol, cifra que se reduce de los 20 años en adelante a un 16.4 por ciento de la población, es decir a menor edad más consumo.
En las oficinas jurisdiccionales de salud en el estado se reporta la atención de 198 mujeres que han decidido pedir ayuda para enfrentar la adicción al alcohol y como lo señalan los especialistas, en la mujer el alcoholismo es más adictivo y difícil de contrarrestar.
A nivel nacional, la Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos se suma a la estrategia federal para la Prevención de Adicciones, del 27 de enero y hasta el 2 de febrero intensifican acciones de información, detección y prevención de este mal, pero a diferencia de las 24 ediciones pasadas de esta campaña de salud federal, hoy se enfocan en las mujeres, buscan visibilizar el gravísimo problema que representa el consumo del alcohol entre la población femenina.
El alcoholismo es un problema de salud pública en México que afecta más en edades tempranas, los hombres lo consumen más, pero las mujeres están ya registrando un importante índice de consumo, por lo que se encienden las alertas.
El alcohol es la tercera droga de más consumo entre las mexicanas, la primera es la marihuana y la segunda las anfetaminas, según cifras de Centros de Integración Juvenil a nivel federal.
La Organización Mundial de la Salud reconoce que históricamente los hombres han sido los principales consumidores de alcohol y los que han sufrido más consecuencias inducidas por la bebida etílica, sin embargo las mujeres beben cada vez más y con mayor frecuencia y ellas tienden a padecer más problemas incluso con un consumo inferior al de ellos. Las marcadas diferencias biológicas las predisponen para más afectaciones a la salud, en las mujeres la concentración de agua corporal es inferior al hombre, el metabolismo es diferentes y los cuerpos por lo general son más pequeños.
En las mujeres la ingesta de alcohol aumenta el riesgo de cáncer de mama, enfermedades cardíacas, depresión y cirrosis, además de trastornos mentales como mala memoria, conducta hiperactiva, retrasos en el habla y el lenguaje y la capacidad de razonamiento y juicio se vuelve deficiente, en trastornos físicos se anotan características faciales anormales, problemas de audición y visión, y afectación en los huesos.
En la actualidad los medios, las redes sociales y las modas proyectan como empoderadas a las mujeres masculinizadas, repitiendo estereotipos masculinos como venganza y arraigando el mujerismo, esta última como una etiqueta para las mujeres que son mejor que los hombres, incluso para la tomada.
Para contrarrestar estos mensajes es necesario informar, informarse y educar para la vida. Un día a la vez.