CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- “Del campo a tu mesa” es una frase que utilizan supermercados, pero nunca es tan real como los productos que ofrecen los campesinos victorenses como don Ramón Reina, un hombre de 72 años que ofrece el fruto de sus parcelas.
Jugosas toronjas, perejil, nopales, apio, zanahoria, acelga, cebolla de rabo, col o repollo y betabel son algunos de los productos que Ramón ofrece por la mañana afuera de la sala de emergencia de la clínica del ISSSTE.
Platica que su día inicia desde muy temprano, incluso antes que el sol despierte, cuando las mañanas aún son frescas y más en el campo, ya que vive hasta el Chamizal, un ejido cercano a la ciudad.
“Desde las 5 y media ya estoy aquí; mi sobrino me ayuda a venir y cargar la verdura en una camioneta y aquí estoy hasta la 1 y media” precisa Ramón mientras ofrece su producto a las personas que salen del hospital.
Es originario de Matamoros Tamaulipas, pero al morir sus madres, sus tíos lo invitaron a vivir en el ejido con ellos; con el paso del tiempo no tuvo familia ni pareja, por lo que su única familia son sus sobrinos, a quienes ayuda a sembrar y vender el producto.
“Sembramos solo verduras, tardan bastante en cosechar. Los precios son económicos; la toronja yo la vendo a 5 pesos y el ramillete de acelga, cebolla rabona, betabel y otros a 10, así barato para que se me llene de gente”
Sus productos son solicitados por familiares de pacientes y por los vecinos; platica que por mucho tiempo, recorría colonias con la verdura en una carretilla, por lo que hasta hace unos meses lo invitaron a instalarse en la entrada de la clínica bajo un árbol.
“Me gusta estar aquí, pues hasta donde aguante, pues ya que más. Si se vende bien”.
Con tres mesas de plástico repletas de verduras frescas, Ramon espera su clientela de lunes a viernes en un horario de las 5 de la mañana hasta la una de la tarde; después regresa a su rancho y con ayuda de sus sobrinos cuida la labor.
A diferencia de otras partes el prefiere dar todo a bajo costo, en cinco “pesitos” o diez, para que se venda rápido y las personas regresen, ya que disfruta de vender sus verduras, lo cual le permite que a su edad se sienta productivo.
“Es producto de primera, lo sembraron mis sobrinos y yo les ayudo en lo que puedo, no puedo cargar cosas pesadas. No hemos querido meter otras cosas, porque el frijol es muy difícil, se llena de plagas”.