La terca realidad se encargó de opacar la detención de Lozoya y la posible investigación contra Peña Nieto. También pasó a segundo término la rifa del avión y la cooperacha de los empresarios.
La violencia contra la mujer es el tema prioritario de la agenda nacional. Y pese a todos los mensajes, parece que el presidente López Obrador se ha tardado en comprenderlo y dimensionarlo.
Así, con sus referencias al neoliberalismo cuando le piden una reflexión sobre los feminicidios, han hecho crecer el enojo de millones de mujeres, muchas de las cuales acompañaron su proyecto político desde hace años y lo votaron convencidas en la pasada elección.
Presenciamos quizás la primera crisis que hace mella a la cuarta transformación, y no la causó ninguno de los misiles disparados desde la oposición. Los cuestionamientos más certeros contra la actitud del presidente provienen de grupos progresistas que uno supondría, simpatizan con su figura.
Un claro ejemplo del desconcierto que atraviesa el primer círculo del poder lo brindó ayer Beatriz Gutiérrez Müller. En su página de Facebook publicó el cartel que convoca al paro nacional de mujeres para el 9 de marzo. “¿No nos cuidan? ¿Les da igual si existimos o no? Miren como sería si no existiéramos más”, rezaba la imagen.
Unas horas después, en su cuenta de Instagram publicó otro cartel, pero ahora convocando a una marcha contra el paro y en apoyo del presidente. Una clara contradicción que además advierte sobre lo que podría ocurrir el próximo mes: el choque de dos movimientos enfrentados, polarizados.
Como sea, el tema seguirá sobre la mesa porque es evidente que la violencia contra la mujer no cesará de la noche a la mañana, pero sobre todo, porque el país vive un momento histórico en el que las mujeres llegarán a donde sea para reclamar lo que les corresponde. Más valdría que todos los gobernantes lo entiendan.