Conforme pasa el tiempo, queda más y más claro que los partidos políticos empezaron desde el primer trimestre del 2020 su organización para la elección del próximo año, y por ende, sus apuestas para lo que viene después.
Porque nadie debería equivocarse. Dentro de siete meses inicia un proceso electoral que en realidad no concluirá hasta el verano del 2022 con la elección de quién sucederá en la gubernatura a Francisco García Cabeza de Vaca.
Por eso, quienes aspiran a figurar en las boletas dentro de dos años, hacen sus cálculos empezando por el 2021: ¿desde dónde tendrían más posibilidades de competir por la ansiada candidatura?
Ahí están los morenistas por ejemplo. La mayoría de los que sueñan con la gubernatura se encuentran instalados en al estructura federal con posiciones que bien podrían conservar hasta que llegue la hora de las definiciones.
Pero seguramente ya se dieron cuenta que desde la Ciudad de México les resulta muy difícil hacer política en Tamaulipas y ser vistos por los futuros votantes. Por eso, personajes como Héctor Garza o Rodolfo González Valderrama no podrían menospreciar con tanta facilidad uno de los muchos cargos que estarán en juego el año entrante.
El mismo JR, perdedor consuetudinario en cuanta elección compite, que no ha podido sacar provecho a su posición como delegado, haría bien en calarse en las urnas para probar si puede ganar un puesto de elección popular aunque sea una vez.
Por una situación similar atraviesan los priístas que se sienten con posibilidades. La debacle de su partido les quitó las pocas posiciones importantes que atesoraban hasta el 2018. Ya no tienen alcaldes por ejemplo, que pudieran presumir de su trabajo.
Así de triste pinta el panorama para el PRI en los dos próximos años.