“¿Era para esto que quería ser presidente? Quizás no le va a gustar cuando la historia se haga cargo de él”
Como cualquier profesionista, el comunicador tiene preferencias ideológicas, religiosas, políticas, sociales y sexuales, pero desde la ética y compromiso con la veracidad, debe filtrar todo información que obtenga de sus investigaciones o le llegue desde las fuentes oficiales o ciudadanas, para transmitir a su público una expresión apegada a la verdad. No siempre se logra, la autocrítica es muy difícil en cualquier oficio.
En nuestro país, el periodista ostenta una profesión de alto riesgo, organismos internacionales documentan agresiones, desapariciones y muertes, y las equiparán a las regiones que están en guerra. Sobra decir que para las mujeres es doblemente riesgoso dedicarse a investigar y publicar los hechos que van delineando nuestra historia. Y no, no me iré hoy aquí a los libros de texto de la profesión para describir el perfil del profesional de la noticia. Mejor vamos a la cotidianidad que nos toca vivir.
Estamos ante tiempos pandémicos en todos ámbitos y este no podría ser la excepción, el periodismo sufre de un virus contagioso que se gesta en el poder, para intentar callar voces opositoras, desconocen el principio básico del comunicador, que es precisamente evidenciar lo que está mal y que todo lo demás es propaganda política.
La 4T instauró modos diferentes de verter su información a la ciudadanía, todos los días, el orador principal manda desde su templete lo que quiere que aparezca en la prensa, si sale editorializado, con adjetivos o critica, mal el asunto, somos adversarios. Si se le muestran otros datos, va peor, el choque es frontal y permanente. Se desquitan con el presupuesto.
Esta peligrosa línea la siguen los afiliados al gabinete, de ahí que Ackerman se sintiera todo poderoso para descargar misiles hacia quienes le critican su modo de vida ostentoso. Y que el señor Carlos Pozos, disfrazado de Lord Molécula desde primera fila en las mañaneras, sea el mensajero de “lo que el presidente quiere decir”. Hay muchos más que desde plataformas digitales están combatiendo el ejercicio periodístico, pero ese señor no tiene límites, es la marca de agua de este sexenio en un nuevo formato de comunicación social que parecía bueno, pero se convirtió en todo un circo.
Es del dominio público que los personajes ahí apostados llevan escritas “sus opiniones y preguntas” para colarlas en la agenda mediática, levantar polvo y hacer perdidizos temas más importantes ante la opinión pública. Pero esos extraños mensajeros se quejan y piden que la Segob exhorte a los periodistas para que ya no hagan “mentiras falsas” ni siembren más el discurso de odio, discriminación y clasismo. En esto invierte su tiempo el presidente, para esto se levanta temprano todas las mañanas, con esto celebra sus dos años de la victoria.
¿Era para esto que quería ser presidente? Quizás no le va a gustar cuando la historia se haga cargo de él.
“El presidente encabeza y orquesta una estrategia de insulto, calumnia e intimidación contra periodistas” tuiteo Ciro Gómez Leyva para defenderse del ataque mañanero que le toco este lunes.
Abrieron mal y de malas esta semana, en el ejercicio de la comunicación social desde la presidencia. A propósito, la agencia del Estado Mexicano sigue en litigio, su futuro es incierto y parece que los caprichos actuales mantienen la pugna.
En tanto, sigamos a contra corriente, con la premisa de una prensa libre, independiente y plural que merece toda sociedad.