“Es temprano y está amaneciendo y sin embargo debo de parecer un alien o un extraterrestre así caminando por la calle a estas horas”
El día es un puente, es el cruce de una navaja que lleva el relámpago. La ciudad es un páramo de luces mercuriales, es un orgullo amplio de horizonte, de calles y edificios hechos como gigantes sentados en su estrado.
Poco a poco la luz gobierna los estados inmensos y las amplias avenidas por donde comenzarán a salir los carros descuidados, embelezados con el pavimento, con la calle llovida, inundada como en Venecia.
Es temprano y está amaneciendo y sin embargo debo de parecer un alien o un extraterrestre así caminando por la calle a estas horas. No hay nadie todavía por motivo de la prohibición que todos conocemos por la pandemia. No debería de andar yo por la calle. Los carros dejaron de circular a las 10 de la noche y comenzarán a andar dentro del momento.
Escucho mis pasos caminar, todavía veo los grandes montículos de tierra cuando se hizo esta calle larga. La calle 16. Salí un poco para recuperar el recuerdo en la memoria de está calle, para recuperar el silencio y liberar el momento espectacular que es la soledad inmensa de esta mañana.
La evocación alcanza hasta los montículos de arena y grava que duraron un tiempo tirados en la calle 16 para pavimentarla en los años setenta. Los chiquillos brincaban de un lado a otro y construyeron sus resbaladillas. La calle era larga y con Los años lo sería más. Hoy llega hasta el Libramiento Naciones Unidas al norte, y al sur nace justo en donde tradicionalmente se hacía un baile popular en el lecho del Río San Marcos.
Esta calle, que ha llevado también los nombres de 5 de mayo y calle 16 por ser la que le corresponde en la cuadrícula, Oficialmente se llama Doctor Norberto Treviño Zapata, pero tiene uno que comprobarlo en la nomenclatura que hay en las esquinas.
Durante su construcción la obra asombró a los victorenses cuya ciudad se ramificaba y potenciaba su desarrollo más allá de la calle 8, que se convertía en carretera nacional antes de los años sesenta.
Al borde de esta avenida se instalaron quienes llegaron a la ciudad en la segunda mitad del siglo pasado. Ahí se construyeron las primeras casas de interés social que se denominaron “Las viviendas populares”. La pavimentación que arrancaban desde la calle berriozábal favoreció con mucho el desarrollo de los fraccionamientos que hoy cubren la mayor parte del norte de la capital.
Esta calle es como el agua que escurre hacia el norte, como el mismo Norte que va y pega en la loma ubicada al sur de la zona urbana.
El camino que en principio fue una vereda que llevaba a un rancho particular, después una callecita que llevaba a la colonia Treviño Zapata, convertida en avenida tendría un camellón en medio para contener el flujo de ciclistas que cruzaban de una acera a otra acera de esa calle.
El propio camellón cuenta su historia de maceteros, jardineras, zócalos y palmeras que han definido el buen gusto de las autoridades de Ciudad Victoria y el accidentado gusto de los victorenses para chocarlos.
Hoy la modernidad, y debido a que casi casi cada ciudadano trae carro, es que está avenida cuenta con los conflictos viales que la urbanidad precisa, los embotellamientos que no falten en la mañana mediodía y tarde, en días normales.
Quedan pocas horas a la tranquilidad y a la soledad como ésta que se instala en las calle con el aire fresco de lluvia y comienza un chipi chipi, camino con eso, oyendo mis pasos.
Como los pasos, esta calle recogió la gente que fue llegando. Sin embargo, al cabo del siglo, la mayoría de las familias se habían retirado a vivir a fraccionamientos o a las colonias de reciente creación y vendieron sus propiedades a empresarios que establecieron aquí sus negocios.
Con todo, la calle ha tenido sus vaivenes. Es cierto ya no es la calle como dijo el poeta, donde una muchacha sobre un metate muele maíz, de hecho esta calle fue un puente rumbo a la modernidad. Yo voy aquí respirando su pasado, sus crisis, sus algarabías y tristezas.
Ojalá y que esta soledad acabe y que por esta calle los embotellamientos que no falten, que no falte el futuro que va a las casas y a los patios. No hay nadie en la calle. Ojalá y no salga nadie hasta que todo pase. Será mejor que vaya a casa. Yo vivo en la otra cuadra.
HASTA PRONTO.