Llevamos todo el año lidiando con un virus que desconocemos, la ciencia trabaja a marchas forzadas para presentarnos la vacuna que nos haga inmunes al contagio que h amatado ya a más de un millón cien mil personas en el planeta, más de 86 mil en nuestro país y ya casi 3 mil en Tamaulipas.
Como ya sabemos todos, la pandemia por Covid 19 no ha cesado, otros países han vuelto al confinamiento extremo y cierre de actividades que apenas habían regresado para la reactivación económica. Estados Unidos extiende restricciones en sus cruces internacionales con México hasta el 21 de noviembre. En tanto Canadá se la aplica a su vecino y amplia un mes más su cierre de frontera con Estados Unidos.
En México las escuelas siguen cerradas, quien puede se mantiene en teletrabajo o “jomofis” y se nos insiste en el aislamiento social como medida preventiva, que procuremos excesiva higiene con el constante lavado de manos, no saludar ni de beso, ni de abrazo, ni de codo y portar dentro y fuera de espacios públicos el cubre bocas.
Al parecer casi todo el mundo está haciendo su máximo esfuerzo para contener el bicho, digo casi, porque lo que los políticos no están en cuarentena, nunca lo han estado ni va a estar en pausa, a partir de septiembre con arranque del año electoral rumbo al 21, todos intensificaron su trabajo en campo, se salen a la calle a mover su imagen pública, con menos gente que antes, pero de igual forma en contacto ciudadano.
En la nueva normalidad, los políticos como el presidente siguen mostrando falta de cuidado y responsabilidad social en medio de la pandemia, el mandatario federal se sigue negado a usar el cubre bocas, a bajarle a sus giras y programas propagandísticos, que, aunque no quiera, moviliza gente, ahora nos avisa que se realiza la prueba cada semana, para estar seguro de no traer el virus. Sin embargo, está en contacto con mucha gente que no tiene el privilegio de acceso a la prueba o el chequeo médico preventivo.
Medio gabinete se le ha infectado, pero con tratamiento privado salen avante y casi sin secuelas, no es el caso para el resto de los mortales, que de contraer el virus empeoran su condición al entrar al nosocomio público.
México está en primer lugar a nivel global en la tasa de mortalidad de los profesionales de la salud que están en la primera línea de atención a pacientes covid, y el cuarto lugar en muertes totales por este virus a nivel mundial.
Desde el inicio de la pandemia, la OMS recomendó a los países la realización de pruebas covid para determinar contagios, pero las naciones no tienen la infraestructura ni la logística necesaria para tal tarea, tampoco han atendido el exhorto del organismo mundial de la salud para ejecutar acciones que aminoren los efectos negativos a la salud y economía de las mujeres. Se alertó sobre el aumento de la violencia en confinamiento, pero hasta ahora No se ha hecho nada, como tampoco se responde sobre las peticiones a los estímulos económicos para las mujeres.
En la evaluación de octubre, la ONU Mujeres repite que “la pandemia es particularmente dolorosa para las mujeres. La crisis ha golpeado a las mujeres de forma simultánea en tres esferas en las que las desigualdades de género son más graves y persistentes: los ingresos, la salud y la seguridad”. Los trabajos feminizados, como los de hotelería, servicio y cuidados, empleos informales o parciales son los gravemente afectados.
Finalmente, la OMS reconoce que en Asia los ciudadanos confían más en sus gobernantes y tienden a adoptar las medidas que se les imponen, por eso van bajando la curva de contagios, pero acá es otra historia, ni los políticos respetan la sana distancia, ni la cuarentena y de confianza en ellos, ya ni hablamos.
Por GUADALUPE ESCOBEDO CONDE