Desde que una se hace adulta piensa que el año corre más rápido, quizás por ello nos es muy común decir: “se me pasa el tiempo volando”, de niñas jugábamos a engañar el tiempo y queríamos pasar por más grandes, pero el inexorable reloj biológico pronto nos ubicaba. Pero en este impreciso 2020 nadie sabe cómo es que vamos avanzando, hemos perdido la noción del calendario al cancelar muchos festejos de cumpleaños, y estoy a punto de perder el del santo, el 12 de diciembre.
El Covid 19 nos robó la primavera, el verano y tras concluir el otoño, estaremos atrapados en un infernal invierno, ya nos avisan que de seguir así, tan mal portados para no portar el cubre bocas y aplicar la sana distancia, nos ira peor con la temporada invernal, en riesgo están las celebraciones navideñas y de inicio del año venidero. ¡Ah como anhelamos que llegue pronto ese 2021! Como sí con el inicio del ciclo nos fueran a devolver la vida social como la conocíamos.
Vamos por partes, la sagrada celebración de día de muertos en México está a punto de cambiar, las autoridades sanitarias están planteado la posibilidad de no abrir el acceso multitudinario a los panteones, para evitar el congestionamiento de los vivos que se reúnen a honrar a sus difuntos. Tal vez es momento de fomentar la casi olvidada tradición mexicana de los altares en casa y en familia.
En otra más triste historia, el primero de diciembre en el zócalo de la CMDX el presidente quería, no va a poder, hacer mega fiestón por los dos años de su gobierno, planeaba algo sencillo, con poca muchedumbre, decía, y mucha sana distancia, pero FRENAAA no lo dejó, no le prestaron el escenario donde mantienen el performance de las casas de campaña. Otro festejo que se le ceba a MORENA, que tampoco pudo celebrar triunfos en Coahuila e Hidalgo, porque los dejaron en segundo lugar.
El ritmo de vida bullangero de los mexicanos, nos lo están quitando a fuerza de contener el virus, las bodas masivas, las fiestas de ricos en la playa y los actos políticos que siguen su curso nos dan cuenta de la magnitud del problema, el contagio está latente, no respeta género, condición social, ideología o religión.
De ahí que, para el día más sacrosanto de los católicos, el día de la Virgen de Guadalupe, la otra morena la del Tepeyac, en la que sí tienen fe ciega sus seguidores, se esté planeando interrumpir la máxima celebración religiosa de cada año. Tímidamente López Gatell calcula que pueda haber una concentración de más de 3 millones de personas y otros 6 millones de fieles más en peregrinaciones que confluyen en la Basílica, este evento masivo, doce días antes de navidad, elevaría los contagios y ni la bendición papal nos salvaría del colapso de la infraestructura hospitalaria, que ya nos avisan, esta sostenida apenas con unas cuantas pincitas quirúrgicas.
Pero mientras el galeno encargado de las cifras nos echa más miedo, el presidente López nos vuelve a decir que “vamos muy bien” que van a reconvertir la estrategia sanitaria para fortalecer la atención médica, y nos da más miedo, nos queda la impresión de que estamos como cuando empezamos el año y se nos anunció la llegada del bicho, sin brújula y sin dinero para infraestructura de salud.
Y ya ni como encomendarse a los santos y menos confiar en un placebo de Tafil.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE