MATAMOROS.- Estigmatizado, olvidado y como consecuencia de ello impune podría considerarse el asesinato de Karen, una joven ingeniero de 27 años, a quién luego de cuatro días de haber sido reportada como desaparecida en Matamoros, Tamaulipas fue hallada sin vida en un canal de aguas negras con graves huellas de violencia.
“No solo mataron a Karen, también mataron a mis padres y a mi” denunció Jonatan López, su hermano.
Su desaparición ocurrió el 30 de agosto ya pasaron tres meses desde que fue asesinada y es fecha que las autoridades no han detenido al presunto asesino.
Para la familia este asesinato ha sido una pesadilla pues además de lidiar con estigmas, opiniones misóginas tuvieron que realizar tareas de detectives para reunir pruebas las que aportaron a la policía, pero que lamentablemente de nada han servido.
El asesinato nos condujo a vivir la pesadilla que mucha gente sufre: la indiferencia, falta de apoyo asi como de empatía por parte de las autoridades con las víctimas, dijo Jonatan.
“La víctima indirecta es la familia; te hacen sentir miedo, también culpable; incluso te hacen sentir que tu eres el que está mal . En estos casos solamente el amor de tu familiar es lo que te mantiene de pie”.
“Estamos hablando de una vida, de un ser querido y mientras tu buscas justicia; te hacen sentir que el criminal está protegido y pese a lo que hizo; no puedes ir a reclamarle”.
Como mujer, Karen, era la única de la familia, era muy activa, tenía la férrea idea de ser independiente.
Por un tiempo se quedó sin trabajo pero se ofreció con su mamá para ayudarle a elaborar pasteles y aunque no sabía hacerlos su tarea era buscar clientes y así dividir las ganancias.
“En el trabajo agarraba horas extras, había ocasiones que hasta los domingos trabajaba y cuando terminaba en la fabrica, se iba a vender productos de catálogo”.
La sospecha que el presunto asesino sea su pareja es por diversos indicios pero sobre todo por las condiciones cómo ocurrió su desaparición.
“Cuando desapareció mi hermana nosotros éramos quienes investigamos, no la policía”.
“Cuando encontramos el carro de Karen, mamá salió corriendo y lo golpeaba para ver si su hija estaba en la cajuela ya que no quería tocarlo por las huellas”.
Los policías horas después se apersonaron pero sin equipo para realizar las investigaciones.
Dijo que la relación de cuatro años era desgastante pues la familia comenzó a ver pleitos entre la pareja y aunque la joven tenía la idea de dejarlo le daba miedo; porque temía una reacción agresiva de su pareja.
“Después de muerta el tipo venía y decía cosas. Que eso le había pasado porque todos los hombres de la planta la conocían”.
El estigma lo vivieron cuando un agente investigador realizó un comentario inapropiado sobre Karen, pero debido a que seguían aturdidos no reaccionaron.
“Todos los días nos despertamos con la idea qué nos puede matar. Todos los días nos despertamos pensando qué tenemos que hacer, para que lo encierren”.
Denunció que el presunto sospechoso nunca ha acudido a la fiscalía a pesar de los citatorios que le han enviado.
La idea que vuelva a cometer un asesinato más preocupa y que otra familia sufra esta pesadilla que va más allá de la dolorosa pérdida y es el peregrinar en las oficinas de la Fiscalía.
“No quiero que otra familia las vaya a conocer (oficinas), no quiero que otra familia venga a desvelarse aquí, que pierda el sueño solo por culpa de él”, sostuvo.
Por Alfredo Peña