Si Usted ya está harto del encierro, de no ir al bar con los amigos, quizás frustrado porque le redujeron el sueldo o lo mandaron a su casa al teletrabajo, o peor aún perdió el empleo y tiene que seguir buscando bajo estas condiciones atípicas que nos mantienen a raya en la convivencia social, imagine como está la madre de familia, abuela o hermana que hoy lava el doble de ropa, prepara más comida, cuida más infantes, enfermos y adultos mayores de la casa y además debe compaginar tooodo esooo con el “aprende el casa” de los chamacos y atender a distancia las exigencias de trabajo, si es que tiene, y deberá cumplir con la doble jornada que por generaciones nos han inculcado, las labores propias de mi sexo.
Esta semana el CONEVAL confirma que en el primer año pandémico se incrementaron las labores domésticas para las mexicanas, que conformadas en las “familias fraternas” que promueve el presidente, sostienen la marcha de casi todos los hogares en la casi infinita cuarentena.
Quédate en casa y lávate las manos, es la instrucción más precisa para mitigar contagios del virus, los promocionales oficiales van con blanco directo en las mujeres, insisten que
son ellas, “las cuidadoras” por naturaleza.
La Evaluación de la Política Social muestra que el quehacer doméstico aumentó, y ellas dedican más del doble de su tiempo a realizarlo, en un promedio, en datos muy convencionales, se considera que el aumento de la labor en casa se incrementó por 22 horas a la semana, mientras los cuidados de la familia ocupan más de 28 horas. Suma 50 horas semanales más de trabajo sin paga.
En Noruega, Australia y Dinamarca los hombres son más solidarios en casa, según un estudio global publicado antes de la pandemia, en España y otras regiones se han implementado campañas de estímulo a la participación varonil en las faenas domésticas.
La iniciativa Spotligth “Yo me ocupo” en el 2020 se hizo viral en redes, con videos que muestran a los “ayudantes” varones, diciendo a las mujeres “deja ahí, yo lo hago más tarde” aunque no lo haga, “a ver déjame te ayudo” con desgano y apatía, los divertidos mensajes buscan sensibilizar al hombre para que se haga cargo, primero de sí mismo, su ropa, comida y aseo de sus espacios y para que se integre a mantener todo el hogar limpio y armonía. Que no sea de palo o considere que nos hace el favor de ayudar en casa.
Porque la limpieza también da paz, el caos que se apoderó de los comedores y las salas por convertirlos en salones de clase, gimnasios o el “home office” casi siempre lo levantan ellas. Es como limpiar el desorden del patriarcado, una labor titánica en tiempos virulentos.
El sistema social patriarcal que nos adiestró hasta ahora, marcó la pauta, ellos proveen, ellas barren, trapean, hacen de comer, lavan platos y cuidan chamacos, sin embargo, las necesidades han cambiado y ellas se ha integrado al sector productivo convirtiéndose también en proveedoras del hogar, pero para los varones no salieron del confort en casa, ocasionando que la mujer soporte doble o triple jornada y además se lleva la carga del trabajo sin remuneración.
Y el actual régimen, que a todas luces no se coloca en los zapatos de las mujeres, no planea estrategias o políticas públicas que cambien el rumbo, toca entonces a la sociedad hacer conciencia y hacerse responsable de su casa.
Seguimos en confinamiento, una de cada tres mujeres no tiene ingresos y la pandemia sigue ensañándose con ellas, es la hora entonces de que los hombres en lo individual se responsabilicen de su desorden doméstico, que sean colaborativos y solidarios para crear familias equilibradas y justas.
POR GUADALUPE ESCOBEDO CONDE