El día Internacional de la Mujer se celebra el ocho de marzo, en este sentido México no será la excepción y menos cuando en los últimos tiempos el tema ha tomado relevancia por diversos motivos. Lo único lamentable es el uso de la violencia cuando el objetivo es precisamente protestar contra la represión y uso de la fuerza hacia el sexo femenino. Desde luego que las movilizaciones son justas, admirables y dignas de apoyo pero crean dudas y sospechas cuando aparecen evidencias de manipulación por parte de grupos de interés político o empresarial.
Ha sucedido, sobre todo en la capital del país, y de ello hemos sido testigos a través de los medios de comunicación, cuyos representantes también han sido víctimas “en vivo” de agresiones, humillaciones y ofensas tan solo por cumplir con su trabajo.
El movimiento merece respeto, por la sencilla razón de que las hembras hacen uso del derecho de manifestación sin limitaciones, pero es criticable cuando se atenta contra la propiedad privada, causa daño a quienes participan de buena fe, o se provoca el enfrentamiento con
los cuerpos de seguridad, por lo general, también integrados por mujeres que como trabajadoras (madres, hermanas o hijas), realizan una función pública.
Extraña entonces, la violencia y más al convertirse en instrumento de conservadores y reaccionarios que históricamente han combatido las causas populares y que de pronto resultaron “activistas” del feminismo.
¿Acaso no indigna la destrucción o atentado contra monumentos que por ser patrimonio social pertenecen a todos, como también los ataques a comercios cuyos dueños han de absorber las pérdidas producidas por vándalos fuera de control?.
En México, ya sabemos, el régimen de la 4T es tolerante porque primero está la libertad de expresión, lo cual no sucede ni en los países más desarrollados en cuestión de derechos humanos. Por lo tanto hay que soportar los abusos en nombre de la democracia, pero es en función de esto mismo, que AMLO llama a no convertir el Día Internacional de la Mujer en una jornada violenta.
Usted dirá que existen exigencias de género que merecen la atención de las autoridades y está en lo justo. Los feminicidios no contenidos al igual que los crímenes de odio, son ejemplos de barbarie inexplicable en un estado de derecho y justicia igualitaria como el dirigido por López Obrador. A esto ahora se agregan decisiones políticas que de alguna manera ofenden, como la que parece irreversible candidatura de Félix Salgado Macedonio al gobierno de Guerrero.
AMLO recibió un sistema violento de origen que ha sido muy difícil revertir. Y es que el neoliberalismo se impuso reprimiendo a quienes pública o clandestinamente manifestaban sus ideas. Y de esto existen incontables ejemplos, incluyendo al propio Presidente quien padeció persecución casi treinta años.
El asunto es que este ocho de marzo hay que evitar la violencia…así sea.
UN LÍDER MUY “QUERENDÓN”
Contra Carlos Romero Deschamps existen diversas denuncias que no han podido o no han querido ser investigadas. Durante “la mañanera” de este jueves alguien recordó que el ex dirigente vacaciona disfrutando de impunidad, aunque también se le acreditaron declaraciones respecto de que pronto regresará para encabezar de nuevo el sindicato petrolero, cosa que enojó a AMLO, aunque aquí entre nos, no quedó claro si por el probable retorno o porque sigue cobrando en PEMEX sin desempeñar tarea alguna. En este sentido, el columnista no recuerda que haya sido jubilado o goce de algún privilegio especial por su complicidad en los negocios del neoliberalismo.
Lo que sí quedó de manifiesto es que Andrés Manuel ya no quiere nada con el tamaulipeco que manejó “a sus anchas” el STPRM durante casi 27 años (desde el 22 de junio del 93 hasta el 16 de octubre del 2019), utilizando los más denigrantes métodos propios del “charrismo”, entre estos la traición contra quien fuera su jefe “y lo hiciera gente”, Joaquín Hernández Galicia.
El asunto es que AMLO prometió informarse “bien a bien” de la situación actual de Romero y es de prever que
habrá consecuencias entre las que podría actualizarse aquella “donación” de mil quinientos millones de pesos que hiciera PEMEX al sindicato y que presuntamente se utilizaron en la campaña presidencial de Francisco Labastida Ochoa.
De ocurrir, entraría en escena Ernesto Zedillo con amplias posibilidades de ser llamado por la justicia, digo, si es que la consulta relativa a la investigación de los ex presidentes resulta positiva, si no, psss no.
Por lo pronto AMLO envía otro “calambre” a Romero Deschamps y a quienes propiciaron su brutal enriquecimiento.
A propo, ¿o’nde andará Emilio Lozoya y su misterioso cargamento de corrupción generado en PEMEX?. Dicese que es tanta la confusión que el escándalo relativo al caso pudo ser mera simulación. Total, en esta película no sabemos quién es “el bueno”, ni “el feo”, menos “el malo” …es más, a lo mejor Lozoya solo es personaje de ficción, sea que ni existió y todo fue “puro trote”, como decía mi sagrada abue que El Creador ha de tener a su diestra como consejera de casos difíciles.
Y hasta la próxima.
POR MAX ÁVILA