Hace casi un año, Bank of América (BofA) sugirió que el gobierno federal se hiciera cargo de la deuda de Pemex, como una forma de rescatarla de su grave situación financiera.
Esta semana, el presidente López anunció que su administración va a pagar la deuda de la petrolera, que dicho sea de paso, es la más endeudada del mundo.
De acuerdo con cifras oficiales, Pemex debe 113 mil 200 millones de dólares, una cantidad exorbitante a la que hay que sumarle el pasivo laboral, es decir, lo que le cuesta mantener a su burocracia y a los miles de trabajadores en todas sus áreas.
El año pasado, creció 13.9% el monto del dinero que debía la empresa insignia de la política energética del gobierno, considerada un nuevo récord en su historia financiera.
Al finalizar el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando Octavio Romero Oropeza -ingeniero agrónomo, tabasqueño-, asumió la titularidad de Pemex, la petrolera tenía pasivos por 105 mil 800 millones de dólares y ahora supera los 113 mil millones.
La situación es muy complicada y requiere ser afrontada con seriedad, con decisiones de fondo, pragmáticas. Se trata de salvar una empresa que puede ser muy buen negocio para el país, si es bien gestionada.
Con la decisión del Presidente, de que el Gobierno Federal pague la deuda de Pemex, se puede aliviar un poco la pesada carga de la petrolera.
Pero si no se toman otras medidas complementarias, como la eliminación de personal innecesario, como las concesiones bastante más que generosas en los contratos colectivos de trabajo, de poco va a servir.
Pemex es una empresa que no tiene competitividad, eso está visto. Es la petrolera más endeudada y con la política energética actual, no se ve que tenga muchas posibilidades de resurgir.
La deuda de Pemex es ya, deuda de todos. El dinero que el presidente López va a destinar a pagarla, son recursos que van a dejar de irse a otras áreas de importancia.
Así como ahora se gasta en estadios de beisbol antes que en medicamentos para niños con cáncer o en vacunas para diversas enfermedades, así debe entenderse el dinero que se va a destinar en pagar la enorme deuda de Pemex.
LOS JALONEOS POR EL 111 CONSTITUCIONAL
El martes, el Congreso de Tamaulipas aprobó una iniciativa que modificó criterios de homologación con el Congreso federal, en el caso de los supuestos contenidos en el párrafo 5 del artículo 111 Constitucional.
La idea es blindar al gobernador en caso de que proceda el trámite iniciado por la FGR, con el objetivo de lograr el desafuero del mandatario tamaulipeco. Los cambios brindan a los diputados locales la facultad de decidir si procede o no el desafuero.
Casi enseguida, Morena planteó en la Cámara de Diputados también modificar lo relacionado con ese artículo, para a su vez, tratar de evitar que las legislaturas locales protejan a los gobernadores en casos en los que hay acusaciones como las que se han hecho a Francisco García Cabeza de Vaca.
Lo que esto nos deja como mensaje ayuda a reforzar la narrativa de Cabeza de Vaca, en el sentido de que las imputaciones tienen una fuerte carga política.
Aunque sea legítima la propuesta de Morena, el hecho de tener la mayoría en la Cámara y de que sus diputados han actuado sin cuestionar las peticiones que se le hacen desde Palacio Nacional, genera suspicacias.
Si no fuera tan evidente la acción defensiva de unos y otros, si no se notara el interés político por acabar con un adversario -por más evidencias que hubiera de las presuntas irregularidades-, podría creerse que es un legítimo episodio de la lucha contra la corrupción.
Pero lo que parece a todas luces es un intento por acabar como sea con un adversario incómodo. Así como antes, ni más ni menos.
POR TOMÁS BRIONES