ALTAMIRA, TAMAULIPAS.- Dos carrozas llegaron minutos antes de la 1 de la tarde al humilde domicilio de la calle Ocampo en la colonia Municipios Libres en Altamira.
De la primera carroza, los empleados de la funeraria bajaron dos féretros de color blanco; en uno iba el cuerpo de la niña de 5 años y en el otro el niño de 8 años de edad.
Después de la otra carroza bajaron el otro ataúd color crema, donde iba el cuerpo de Rosa Angélica “N” quien fuera brutalmente asesinada junto a sus hijos y cuyos cuerpos fueron descubiertos en estado de descomposición el sábado por la noche.
Gritos de dolor se escucharon cuando ingresaron los féretros al patio de la vivienda ya repleta de familiares, de amistades y vecinos quienes aún, no deban crédito a lo sucedido.
“No hay palabras, pedimos que se haga justicia, que no quede impune” expresó llorando la señora María Hernández vecina de la madre y abuelas de las víctimas, tras ver llegar los ataúdes.
Apenas dos horas pudieron ser velados Rosa Angélica y sus dos hijos debido a las restricciones por la contingencia sanitaria.
Poco después de las 3 de la tarde partió el cortejo fúnebre, rumbo al panteón “Benito Juárez” de Altamira, donde se le dió sepultura a quienes les fue cruelmente arrebatada la vida.
Mientras que al exterior de la que fuera su casa, una vivienda de interés social, en la calle Navarra del Fraccionamiento Haciendas 2 donde sucedieron los brutales hechos, los vecinos depositaron en la banqueta una ofrenda de flores.
«Pedimos justicia, ella no se merecía eso, ni sus hijos tampoco» señaló su vecina Rubí quien vivía en la parte de atrás de su casa.
«Era una muchacha muy trabajadora, muy seria, resputuosa, reservada y siempre estaba con sus hijos» puntualizó.
Los vecinos también prendieron tres veladoras, una por cada uno de ellos, pidiendo por el eterno descanso de su alma.
POR Silvia Mejía Elías / La Razón